La transexualidad y la muerte son dos cuestiones que, por desgracia, van unidas con mucha frecuencia. No es la primera vez que escribo al respecto, seguramente tampoco es la última.
La semana pasada muchos medios de comunicación se hicieron eco de que Nathan Verhelst, un hombre transexual, había solicitado someterse a la eutanasia (y lo consiguió) convirtiéndose así en «la primera persona de Bélgica que decide morir después de practicarse un cambio de sexo» (porque claro, hasta ahora ninguna persona trans se había suicidado en Bélgica… Luego me dirán que soy un gruñón y que tampoco es para tanto, pero leñes… la cosa tiene mucha tela).
Esta noticia tenía todos los componentes necesarios para saltar a los medios de comunicación y ocupar un puesto destacado, porque en ella se mezclan muerte, medicina y transexualidad. Morbo al cubo ¿qué más se puede pedir? Mucha menos repercusión tuvo, sin embargo, el suicido de Gabriela Monelli en Brasil.
Gabriella tenía 21 años cuando se suicidó, pero se prostituía desde los 15 años. Sin necesidad de ir a Brasil, aquí en España conozco a una chica que hace trabajo sexual desde los 14. No me lo puedo ni imaginar, pero tampoco puedo imaginarme qué clase de depravado paga a una niña para follar con ella (o folla con ella sin pagar). A ella, además, le dolía la falta de aceptación «nunca vamos a ser 100%»
Nathan pidió que le matasen porque después de la operación se veía a si mismo como un monstruo. También para él estaba presente ese pensamiento de no ser 100%.
No deja de ser curioso que, después de la eutanasia de Nathan, su madre declarase «Cuando vi a Nancy por primera vez [después de dar a luz], mi sueño se hizo añicos. Era tan fea. Puse un monstruo en el mundo, un fantasma. Para mí, este capítulo está cerrado. Su muerte no me molesta. No siento dolor, no hay duda, sin remordimiento. Nunca fuimos una familia, así que no se podía romper «. Tanto él como su madre usaron la misma palabra: monstruo.
Supongo que en una decisión tan importante como la de quitarse la vida, entrarán en juego muchos factores. Una mala relación con la familia (en ambos casos), rechazo de la sociedad (en el caso de ella), pero, sobre todo, la sensación de que nunca podrás llegar a ser realmente quien quieres ser. Ser tú mismx de verdad.
En el caso de Nathan, creo que se puede hablar claramente de una estafa. La sacrosanta medicina, que no miente porque es una ciencia, que no manipula, que no vende, le prometió que haría de él un hombre. El cirujano, como Pigmalión, le esculpiría para darle una nueva vida, y cuando despertase de la anestesia, habría vuelto a nacer. Un discurso que no sería tan efectivo si no estuviese además coreado por una gran parte de personas trans, como, por ejemplo, el deportista Baliam Buschaum.
Sin embargo, lo cierto es que los cirujanos lo único que hacen es retirar tejidos, o cambiarlos de sitio. No vas a volver a nacer. Cuando despiertes de la cirugía seguirás siendo tú, pero con algunos trozos menos. Nunca serás 100%, tú lo sabrás, y la sociedad te lo recordará constantemente, a no ser que realices un gran esfuerzo para olvidarlo.
Cada vez que leas una noticia sobre «el primer transexual qué», verás que le tratan con el género equivocado. Si eres de los que se regodean, además leerás los comentarios donde muchas personas utilizan unas palabras y unas expresiones terribles para vomitar opiniones que más que crueles, son inhumanas. Tú sabrás que esas personas, en su vida cotidiana jamás se atreverían a hablar de esa forma a una persona transexual, pero en el fondo de tu corazón una vocecilla te dirá «se merece que hablen así de él, o de ella, y yo también me lo merezco». Pensarás que tú también te mereces todo lo que te pase.
Por eso muchas personas trans, deciden suicidarse. Porque los médicos pretenden venderles una panacea, que como todas las panaceas es barata y no funciona, sin mencionar que, además de con dinero y con tiempo, van a pagar con su propia carne y su propia sangre. Nos advierten de que si no somos verdaderamente transexuales, el tratamiento no funcionará y habrá arrepentimientos. No nos advierten de que si somos realmente transexuales, el tratamiento tampoco funcionará.
Los tratamientos médicos funcionan, pero no sirven para cambiar de sexo. Si quieres que se te agrave la voz, que te salga barba, tener más vello, más masa muscular y, en general, un aspecto más masculino, la testosterona es un medicamento maravilloso. Si quieres que se te desarrollen los senos y deje de salirte barba, los estrógenos y los antiandrógenos hará su función. Si necesitas que tus pechos desaparezcan, o necesitas perder de vista tu pene y que sea substituido por una vagina más o menos bien construida, la cirugía funciona. Incluso funciona si lo que necesitas es tener un pene y no eres muy exigente al respecto. Todo eso sí lo puedes conseguir. Lo que no puedes conseguir es «transexualizarte» (lo digo porque ahora nos están queriendo vender el «proceso transexualizador», que es la expresión más estúpida del mundo), ni reasignarte a otro sexo (la sociedad no lo aceptará), ni podrás volver a nacer, ni mucho menos te convertirás en hombre o en mujer.
Entonces ¿no hay salida? Sí que la hay, pero no está en la medicina. Puedes reflexionar durante años, hasta encontrar tu propia definición de ti mismx, aquella con la que te sientas más cómodx. Puedes pensar que el sexo y el género están en el cerebro, y tu cerebro es del sexo al que perteneces. Puedes leer teorías feministas, y llegar a comprender que querer ser es lo mismo que ser, porque la identidad de género forma parte de tu personalidad, no de tu cuerpo (así es como lo pienso yo). Puedes buscar en otras religiones, otra espiritualidad. Hace un tiempo, una chica comentó en este blog que había seguido su propio ritual para reencarnarse en mujer en esta misma vida, desligándose por completo de su pasado, viviendo una muerte muy real y renaciendo como mujer de nuevo (un ritual durísimo, porque morir es duro y nacer también lo es).
Busca amigos, busca a otras personas trans (escríbeme si quieres, aunque a veces tarde un poco en responder), busca información (la que sea, mientras te haga sentir bien), huye de la violencia, no permitas que tus ideas vuelen y el diálogo interno tenga su propia vida en tu cabeza. Enamórate (de una persona, de una profesión, de un arte, de un deporte, de un paisaje, o de un animal). Porque hay muchas maneras de realizarte en la vida, como mujer o como hombre, y ninguna de ellas pasa por las manos de un médico.
Por cierto, tampoco me parece bien que ahora la medicina pretenda vender la eutanasia como la cura definitiva al sufrimiento psicológico. Me parece bien que una persona que 1) lo solicite, 2) sufra mucho, 3) sea imposible que su situación mejor y 4) no pueda quitarse la vida por si misma, reciba la eutanasia, pero no veo bien que se le ofrezca este servicio a una persona que se puede suicidar. Hay cosas que cada cual debe hacer por si mismo, y matarse es, en mi opinión, una de ellas.
En cualquier caso, descansen en paz, junto con todos los otros que murieron por ser trans.
Hermoso. Me gusta muchisimo leer tu blog. Esta publicacion me llega en lo profundo porque ciertamente la muerte siempre ha sido una compañera vigente, una opcion, pero soy mas cobarde, o mas valiente, no lo se pero tal ves sigo enlazado a vivir… O no vivir como una plataforma mas baja q un hombre biologico y duele muchisimo aceptar q nunca podra ser d otra forma. Tanto como cuando fallece un ser al q amaste mucho y sabes q nunca mas volveras a ver.
Hola Reptilectric, perdóname por tardar tanto en aprobar el comentario y responderte… tengo poco tiempo para conectar a internet, y por eso me demoro un poco en estas cosas.
Al hablar de «hombre biológico» debes recordar que, si bien no se sabe hace cuantos millones de años comenzó la vida en nuestro planeta, sí que sabemos cuando comenzó la biología: fue en el S. XIX, con la explosión de las ciencias. Es decir, los hombres y las mujeres son «biológicos» desde que existe la biología, es decir, desde hace unos 200 años aproximadamente.
El concepto de biología es un concepto cultural, creado artificialmente. Pero entiendo que aunque te razone esto, no sirve, porque la pena que tú tienes está alojada en un lugar muy profundo de tu corazón, donde no alcanzan los pensamientos racionales. Tampoco creo que ayude pensar que si hay una plataforma corporal más alta, no es la del macho, sino la de la hembra. Según sostienen los biólogos, inicialmente sólo existía un género, y a partir de ese género originario se empezaron a producir los machos como una variación.
Tal vez para ti sí que sirviera esa búsqueda del renacimiento que dejó aquí aquella chica (¡Ay! ¡Ojalá la hubiese copiado en un documento a parte para futuras referencias!), o al menos te habría podido servir como guía para encontrar tu propio camino. Quizá un avance espiritual, que te permita entenderte como espiritualmente (y, por tanto, fundamentalmente) masculino, te pueda ayudar… Quizá conocer algunas teorías de otras culturas (indias, o de las tribus de Canadá) pueda ayudarte en ese aspecto. Por mi parte, yo siempre recurrí a las lecturas feministas, y tengo la convicción de que no sólo no hay un modelo corporal mejor que otro, sino que la identidad está desligada de cualquier característica física… diga lo que diga la biología.
Pues sí, yo creo que la medicina vende siempre una media realidad y con el tema transexual lo mismo, solo hay que ir a la Utig de Malaga y ver la gran mentira que hay alli, ni los mismos Cirujanos, Medicas, Enfermeras se creen a la gente que tiene enfrente. Y ni contar fuera de esa Utig….
has escrito un post que por momentos me daba escalofrios leerlo, porque tocas un tema en el que yo no he encontrado aún (igual nunca lo hago) la «solución», me refiero claro está a ese «renacer» como hombre, a ese sentirse (me refiero en mi caso) que nunca seré 100%… Que no es nada malo, lo de no ser «100%» por otra parte, pero no es mi «deseo», al margen de si es «razonable» o no tener ese pensamiento de no ser «auténtico»
respecto a los sanitarios y la gente en general, en mi opinión de todo hay, no hablo en concreto de la uig de málaga porque no la conozco, pero yo si me he encontrado enfermeras y médicos amables y que te apoyan, me refiero más allá del respeto «formal». Y para mi esto tiene un valor, algunos ves que además lo interiorizan completamente y que «lo entienden», otros es más un respeto «de empatía», aunque ellos te sigan viendo del otro genero en el fondo, pero… a veces estamos hablando de personas que nacieron hace medio siglo, en otra sociedad, que han crecido en una cultura católica, represiva, llena de prejuicios, y sin embargo son capaces de abrir su mente a la diversidad, muchas veces he pensado que tal vez yo en su lugar hubiera sido una persona mucho menos tolerante.
Por supuesto también me he encontrado médicos que solo saben seguir protocolos y no les interesa la persona… Otros que se dirigen a ti en un género y medio minuto más tarde les oyes que hablan de ti con su colega en otro género, y tú te quedas pensando… menudo fraude que soy, solo me sigue la corriente… E incluso otros que directamente piensan que eres un degenerado y no se molestan en disimularlo.
Bueno, en medicina hay de todo, como en todas partes. Los médicos son personas y el ser o no ser transfóbico es algo que no se valora durante la carrera, ni en las oposiciones, ni en las prácticas. De todas formas, cuando me refiero a «médicos» en este contexto, me refiero siempre a los expertos autonombrados que se dedican a vender sus soluciones como la panacea. De hecho, uso la palabra «panacea» en su sentido literal, ya que lo que estos expertos autonombrados ofrecen es un tratamiento de «talla única», y aunque «talla única» parece significar que la misma talla vale para todo el mundo, lo que en realidad significa es que sólo se ofrece esa talla, y si no cabes dentro, el que está mal eres tú (no es «talla única», sino «la única talla»).
Quizá la solución para quienes necesitáis sentiros 100% es buscar ese 100% en el plano espiritual. Quizá se puede pensar que lo que distingue a los hombres de las mujeres no es el cuerpo (porque sabemos que hay personas con corporalidad «masculina» que son mujeres) sino otra cosa, y en esa otra cosa, sí que puedes ser 100%.
No sé si podrá ayudarme, veremos como evoluciona en el futuro mi visión respecto a mi identidad. Profundizar en el plano espiritual seguro que viene bien en cualquier caso.
Al margen de eso (y no sé si voy a saber explicarme de forma breve), pero yo cuando hablo de no «sentirme 100%» por utilizar esa expresión ya que estamos, no me estoy refiriendo únicamente a mi cuerpo. Si las operaciones de cirugia fuera perfectas y yo mañana pudiera hacerme con un cuerpo de hombre cis sin ninguna diferencia, estaría mucho más contento… por supuesto (igual que estoy más contento con hormonas que sin ellas). Pero seguiría teniendo problemas con mi pasado, con la infancia que hubiera deseado y no tuve y con la que tuve en realidad, con la falta de socialización masculina que hubiera deseado, con ese tiempo vivido «como mujer» (por expresarlo de forma que se me pueda entender), con las personas del presente que me seguirían viendo «como el hombre que nació mujer», incluso creo que en mi interior, seguiría oyendo una voz baja de vez en cuando diciendo, «eres un fraude, no naciste hombre». Al final uno es en gran parte sus experiencias y yo no estoy en paz con gran parte de ellas, que forman parte de mi identidad y que desearían poder hacer desaparecer con la misma eficacia que la mastectomía elimina una parte de la anatomía femenina. (resumiendo un poco)
Me refiero a mi experiencia personal, sé que mucha gente dice «que nació hombre o mujer» y lo tienen muy claro y me parece muy bien. Y también entiendo que hay quienes no lo ven así, etc. Ni pienso que haya nada de malo en no ser 100%, si bien es lo que yo desearía, yo sí querría volver a nacer. Espero no ofender a nadie porque no estoy generalizando, solo es mi forma de sentirlo.
Un saludo y te sigo leyendo
No, no ofendes a nadie. Simplemente estás expresando tu angustia… Es una situación difícil. Tal vez podría servirte «reescribir» tu historia. El pasado ya no existe, sólo quedan los recuerdos, pero tus recuerdos están en el presente, y los puedes reescribir reinterpretándolos. En tu infancia, ya eras un hombre. La persona que eres, estaba dentro de ti. Quizá buscarla entre esos recuerdos pueda hacer que te reconcilies contigo mismo. O también podrías intentar olvidar…