En los últimos días, hemos ido observando que algunos medios de comunicación han empezado a dejar caer que el Gobierno podría empezar a imponer el copago en breve para «las operaciones de cambio de sexo», junto con las vasectomías, la inseminación artificial, y las operaciones de varices (¿¿¿que tienen que ver las varices en todo esto???). Una afirmación poco realista, si la pensamos como algo inminente, al menos en lo que a atención a las personas transexuales se refiere, puesto que el tratamiento médico de la transexualidad no está incluido en la cartera de servicios mínimos de atención sanitaria a nivel del Estado, sino que las ofertan las Comunidades Autónomas, haciendo uso de las conferencias que se le han transferido en sanidad (que son casi todas las competencias).

Para la sorpresa de los pocos que empezamos a preocuparnos por esta cuestión, cuando empezamos a alertar a otros colectivos (gays, activistas trans reconocidas, etc…) tan sólo recibimos apatía, con suerte. Carla Antonelli ha ido más allá, no sólo no actuando para cortar de raiz lo que puede llegar a ser un problema, sino incluso actuando para llamar a la calma, la tranquilidad… la inacción. No lo entiendo. Lo que se está viendo amenazado es una serie de derechos… por los que ella luchó durante años, en primera fila, de manera incansable. Derechos que yo he podido disfrutar gracias a Carla Antonelli (entre otrxs). Cuando mi amiga Kim me explicó que Intereconomía estaba lanzando amenzas sobre la asistencia sanitaria de las personas trans, lo primero que se me ocurrió fue que llamara a Carla. Estaba seguro de que ella sería la primera que se movilizaría… ¡Nunca se me habría ocurrido que, al contrario, recomendase públicamente no prestar la menor atención a esta cuestión! No lo puedo entender. Me siento decepcionado.

¿De verdad podemos estar tranquilxs, conformándonos con pensar que, ya que las Unidades de Identidad de Género las gestionan las Comunidades Autónomas, el Gobierno Central no las podrá tocar?

¿No hemos visto como se reducen nuestros derechos como trabajadores? ¿Nos vamos a quedar de brazos cruzados ante la amenaza de reducir nuestro derecho a la salud?

En mi opinión, la campaña mediática anunciando la restricción a las prestaciones sanitarias para las personas trans (mal llamadas «operaciones de cambio de sexo» por los medios de la derecha) son globos sonda… para ver cuales son los sectores de la población más sumisos, a los que se les podrá meter la tijera de recortar en el futuro, y que no sólo no se quejarán, sino que tal vez hasta se alegren, llevados por un un síndrome de Estocolmo que les haga pensar que la reforma sanitaria que les quite derechos es «buena y necesaria, ya que la gente abusa de lo que es gratis».

Por suerte, otros sí se han preocupado por este asunto. El artivista Shangay Lily refleja en su columna del diario Público nuestra preocupación por este asunto. También ha creado una petición en actuable, que tú también puedes firmar, si, como a nosotrxs, te preocupa todo este asunto (yo ya la he firmado).