Esta mañana he ido a ejercer mi derecho al voto (y, por si a alguien le interesa, no he votado al PPSOE), sin ningún tipo de preocupación ni nerviosismo.
¿Por qué debería estar nervioso? ¿Por las manifestaciones del 15-M? ¿Por no saber a quien votar? Pues no, el motivo que podría haberme causado alguna inquietud era, una vez más, que tenía que enseñar el dichoso DNI. Pero como hasta la fecha no he tenido ningún problema en absoluto, no iba nada nervioso.
Después de buscar la papeleta correspondiente, meterla en el sobrecito correspondiente, cerrar el sobrecito y buscarme en las listas para comprobar que todo estaba correcto (bajo a atenta mirada de un solícito interventor del PSOE con unos brazos grandes como jamones, que probablemente habría podido partir el fajo de listas en dos con las manos desnudas), me acerco a la mesa con el DNI en mano.
La presidenta lo coge y lo mira sin darle mayor importancia, y lo lee en voz alta para mí. Vergara Pérez… ¿Elena? Mira la foto, luego me mira a mí (sí, el parecido entre la foto y la persona que tiene delante es indica que somos la misma persona), y repite atónita, esta vez pidiendo que le de confirmación de que su vista no la engaña y el DNI es, efectivamente, mío: ¿Elena?
Por toda respuesta me encojo de hombros en un gesto que viene a decir «las explicaciones se las pide usted a mis padres, que son los que eligieron el nombre». Ella responde con otro gesto, que viene a decir «ah», y comunica mis apellidos al hombre que está a su derecha, subrayando los nombres en la lista del censo, con rotulador amarillo. «Vergara Pérez», y, cuando ya ha encontrado los apellidos «Elena». El hombre levanta la cabeza de la lista y la mira con un gesto interrogativo de «perdona, no he oido bien». La presidenta aclara «sí, es que el nombre está…». La frase se queda en el aire, porque no sabe como terminarla. ¿El nombre está mal? ¿Alguien se equivocó al emitir el DNI? ¿O al rellenar la hoja de registro? ¿Cómo va a estar mal el nombre en el DNI?
Sin mayor complicación, me indica que ya puedo votar, me devuelve el DNI y me marcho.
Sé que me repito más que el ajo, pero la frase que iba a decir esa señora era correcta. El nombre está mal. El DNI debe reflejar (y generalmente refleja) los datos reales de la persona. De ahí que estas dos personas se hayan sorprendido. No es que les haya extrañado encontrarse ante una persona transexual, puesto que me parece que ningunx de lxs dos ha llegado a pensar eso ni por un instante (quizá más tarde junten dos y dos, pero no en ese momento). Lo que les ha sorprendido hasta el punto de que no podían dar crédito a sus sentidos es que hubiese semejante error de bulto en el DNI.
Aprovecho para decir que, aunque mi aspecto fuese totalmente femenino, si yo me llamo Pablo y ese es el nombre con el que me identifico de manera cotidiana, ese es el nombre que debe aparecer en el DNI. En tal caso, las personas que estaban en la mesa electoral se habrían sorprendido igualmente, claro, pero habría sido problema suyo, no un problema mío con el Registro Civil.
Lo lógico es que sí hayan sumado dos y dos en vivo y en directo. Lo contrario querría decir que la comprobación de DNI es simbólica.
Tienes que hormonarte durante 2 años para que te cambien el DNI, ¿no? Me parece muy razonable exigir que esa norma se cambie y que la puerta también esté abierta para quien no quiera hormonarse. Incluso para los que sí quieren hacerlo esperar 2 años parece más una condena que otra cosa.
Yo creo que no sumaron dos y dos. La comprobación del DNI es para asegurarse de que eres quien dices ser. Si el DNI, el dueño del DNI y el nombre del censo coinciden, ya va bien. Hasta comprueban el número y todo…
Hay gente que opina que eso de que quien no quiera hormonarse no pueda cambiar el DNI no es nada razonable, porque entonces podría haber mujeres «de mentira» legalmente mujeres, pero que fuesen hombres, y hombres «de mentira» legalmente hombres pero que fuesen mujeres. Y después comenzaría el fin del mundo, pero esta vez de verdad, no como todos los anteriores apocalipsis, que han sido de mentirijillas. En realidad no es una condena, sino un sistema de vigilancia impuesto por la «policía del género» (que, en algún momento puede ser cualquier persona) para controlar que el código de género se cumple.
Pues las leyes que (nos) discriminan a los hombres por serlo no solo violan la constitución, se pongan como se pongan los tribunales, sino que también son un lastre para estas cosas. Los socialistas tendrían que buscar otras formas de discriminar al hombre frente a la mujer si el cambio legal fuese relativamente sencillo. Y eso les debe provocar algún tipo de cortocircuito neuronal.
Voy a pensar un rato a ver las razones por las que me cambiaría de género en el DNI (por ahora solo se me ocurre ser mujer-cuota).
Yo también opino lo mismo. Cambiarse de sexo legal por el tema de las cuotas no merece mucho la pena, porque las cuotas son bastante ineficaces (mi experiencia es que sólo se aplican donde no son necesarias, nunca me he beneficiado de una cuota). El motivo realmente más poderoso para hacer eso sería, para mí, ser acusado por violencia de género (es más, a veces me pregunto si realmente es conveniente que cambie mi sexo legal, precisamente por esa causa). Otra ventaja es a la hora de presentarse a exámenes que requieran pruebas físicas con baremos distintos para hombres y para mujeres, aunque no sé yo si merecería la pena todo el follón que supone cambiar de nombre.
Fantástica tu tranquilidad.
Un poco estoica/yóguica.
Otro poco triste.
Pero sin duda, en ti, predomina el buen humor y la paciencia.
¡Que consigas pronto algo tan sencillo como un DNI!
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