Normalmente no me gustan los documentales sobre transexualidad, porque muestran la imagen más tradicional, más medicalizada y binarista. Hasta el día de hoy sólo he encontrado uno o dos en los que no se habla de que «Fulanito/a nació en un cuerpo equivocado» (como si uno pudiese equivocarse de cuerpo, como quien se confunde y se pone una camiseta de su hermano), se trata a las personas trans que aparecen según su género asignado al nacer y no según el género elegido, en el que todas las personas que aparezcen son perfectamente binarias (totalmente hombres o mujeres, sin lugar para la ambigüedad), en el que no se deja un lugar preeminente a los médicos, que hablan como «expertos» que saben mejor que nadie lo que ocurre. He visto sólo un par de documentales donde se discuta la consideración de la transexualidad como una enfermedad o como un «transtorno de identidad de género», y en los que se cuestione la necesidad de recurrir a hormonas y cirugías como única salida para las personas transexuales.

Pues bien, este documental no es una de esas excepciones. Cumple tooooodos los tópicos, toooooodas las cosas molestas, tooooodo lo que suele causar que un documental no me guste y merezca la calificación de «esto es una mierda» antes de que hayan pasado los primeros diez minutos. Normalmente, en esos casos dejo de mirar y me dedico a otras cosas, pero este documental tenía algo especial: se trata de un documental sobre niños trans.

La cuestión de los menores de edad trans es muy difícil, y por más que pienso no logro tener una opinión definida al respecto. Este documental tampoco me ha servido para abrirme los ojos. Sin embargo, en él he encontrado una cosa que no había visto hasta ahora, y ha sido una imagen cruel, fría, deshumanizada, de los médicos que hablan del «transtorno de identidad de género (TIG)» en niñ*s, su evolución, su tratamiento, y las especiales precauciones que hay que tomar. Creo que la intención de la autora no era esta, sino la de dar voz a los «científicos, profesionales de la medicina y la salud mental» para aportar una explicación objetiva sobre lo que es la transexualidad. Si el documental hubiese sido sobre adultos, seguramente esto es lo que habría obtenido, pero al hablar sobre niños… se apreciaba el contraste entre las opiniones de los médicos, que hablaban de los «pacientes» como el científico que describe el comportamiento de una célula situada bajo un microscopio, y la naturalidad de l*s niñ*s y de algunos de los padres.

Hay un momento en el que sale una niña pequeña que desde los 7 años vive como tal, con vestidos de niña, el pelito largo, nombre de niña… La opinión del psiquiatra (o psicólogo, ahora no recuerdo) es que no es una buena idea dejar que l*s niñ*s hagan una transición de género social completa, porque cabe la posibilidad de que al llegar a la edad adulta decidan espontáneamente retomar el género asignado al nacer. Así que, según ese señor, es mejor hacer que la niña pase unos años muy desgraciados, desempeñando un género que no desea, no vaya a ser que «se arrepienta». Después salen los padres explicando que si cuando sea mayor se arrepiente, pues no pasa nada… se explica a la familia y a los maestros que ha vuelto a cambiar de género, y en paz. ¿Qué problema hay?

A lo largo de todo el documental, los médicos hacen hincapié en el arrepentimiento, en la curación, espontánea o no, del TIG. Primero uno de los médicos explica que de un grupo de «niños afeminados», de entre los cuales algunos incluso habían dicho que querían ser niñas (es decir, que tenían un TIG), al final sólo un 25% habían llegado a ser transexuales (es decir, a ser adultos con TIG), mientras que el 75% restante se habían convertido en adultos gays o bisexuales. Lo que no explicó fue si los «niños» que habían crecido para llegar a convertirse en mujeres eran o no los mismos «algunos» que habían manifestado querer ser niñas. El médico utiliza este ejemplo para mostrar que no todos los niños variantes de género llegan a ser adultos transexuales, pero a mí me parece que en realidad lo confirma… todos los «niños» afeminados de su ejemplo terminan rechazando la heterosexualidad, lo que indica que ya a una edad muy temprana tenían claro lo que querían.

En otro momento, un médico que explica que existen terapias para enseñar a los niños y las niñas a sentirse cómodos con sus cuerpos y sus géneros, con lo que se les aparta del camino de la transexualidad y se «cura» el TIG. Después, la voz en off dice (para fraseo) «la mayoría de las personas transexuales afirman que su adolescencia habría sido más sencilla si el problema se hubiese resuelto antes». Lo que la voz en off no explica es que las personas transexuales, cuando pensamos en «eliminar el problema» en lo que solemos estar pensando casi siempre es en poder apropiarnos y vivir según el género que nosotr*s elegimos desde lo más temprano posible, no en vivir felices con el género que nos asignaron al nacer.

Oigo a los médicos hablar de permitir que las hormonas naturales circulen por el cuerpo, a ver si así se les pasan las ganas de cambiar de sexo. Parece ser que la perspectiva de vivir de acuerdo con el sexo asignado al nacer es mucho mejor que la de ser transexual. El motivo por el que es mejor para un* niñ* no ser transexual que sí serlo, no se explica. Supongo que no lo explican porque para ellos es evidente, pero para mí no lo es. ¿Qué tiene de tan maravilloso la no-transexualidad? Imagino que el problema es que la transexualidad es enfermedad, y la no transexualidad es salud.

En contraste con esto, veo niños y niñas jugando felices, y padres preocupados por el futuro, que no saben muy bien que hacer, a los que no les importa si sus hij*s se arrepentirán en el futuro, sino asegurarse de que sean felices ahora. A los padres, se les ve un poco perdidos (aunque la actitud del padre de Cris es increible y va evolucionando a lo largo del documental), incluso asustados o tristes, pero se dan cuenta de que las recomendaciones de los médicos no funcionan. A los niñ*s se les ve muy segur*s de si mism*s. L*s mayores, en plena adolescencia, están algo asustad*s por las reacciones de los demás, pero saben lo que son y lo que quieren llegar a ser.

Frente a las opiniones de los médicos, la realidad de un*s niñ*s que hacen lo que sienten que deben hacer, y contra todo pronóstico, son más felices que siguiendo el consejo de los médicos.

¡Ah! ¡Casi se me olvida! Uno de mis momentos preferidos es cuando Cris tiene que ir al médico para que le recete las hormonas y dice: «me vestiré más femenina todavía, para que me tome en serio».

Aquí dejo el documental. Quizá no sea tan aprovechable como yo lo he visto, y símplemente me ha parecido así porque estoy de buen humor (no se puede insertar en el blog, o yo no soy capaz de hacerlo, que para el caso es lo mismo). Este documental se emitió en 4, a primeros de septiembre, de madrugada.

http://www.documaniatv.com/social/gente-extraordinaria-mama-soy-transexual-video_c420c4586.html