Una vez más, por enésima vez, me desorienté en las calles de Quito. Poco a poco voy recuperando mi sentido de la orientación, y ya sé más o menos donde está el norte y dónde está el sur, pero todavía me falta mucho para poder decir que me muevo por soltura en la ciudad.
Total, que estaba yo perdido por la zona del centro turístico (luego me enteré de que estaba en la calle Reina Victoria, cerca de la Colón, pero esa información me llegó una semana más tarde) cuando pasé junto a una oficina de información turística. Un sitio perfecto para pedir un mapa, y de camino preguntar qué lugares interesantes podía visitar.
La chica que me atendió lo hizo con el mejor estilo de informadora turística, sacando rápidamente un plano callejero turístico y dibujando en él circulitos y referencias. El caótico sistema de transporte público quiteño no le facilitaba precisamente el trabajo, pero aún así consiguió darme unas indicaciones claras y precisas que posteriormente me están sirviendo para llegar sin perderme a los sitios que quiero visitar. Finalmente me habló de la Capilla del Hombre, donde se exponen muchos de los cuadros de Guayasamín, uno de los mejores pintores de toda Latino América. Cuando empezó a hablarme de ese sitio lo hizo con tanto entusiasmo que decidí que sería el primer lugar que visitase. Entonces ella se ofreció a hacerme de guía.
Nos vimos unos días más tarde, entre semana, que era cuando podía, aprovechando su día de descanso. Había quedado también con otro turista, pero no se presentó, así que cogimos el autobús urbano y allá que fuimos.
Llegar a la Capilla del Hombre no es fácil. En el autobús que llega hasta allí no hay identificación ninguna, y la capilla en si está a tomar por culo de todo, en lo alto de una colina, en el barrio de Bellavista, pero donde ya casi no hay ni barrio ni nada. Eso sí, hay una vista bellísima, de ahí el nombre del barrio. Sospecho que no hay muchos turistas que lleguen a la Capilla del Hombre por casualidad.
Una vez dentro, mi guía empezó a explicarme. Primero me llevó a ver el Árbol de la Vida, donde está enterrado Guayasamín en una vasija de barro, tal y como él mismo solicitó. Dimos un paseo por la parte de fuera de su casa, y también me llevó a la cafetería del museo a que me repusiese un poco de la altura, porque el museo está a unos 2.900m de altitud, y aunque ya me estoy acostumbrando a Quito, en cuanto subo un poco, me quedo de nuevo sin aire. Luego pasamos al museo en si.
El museo está situado justo sobre la linea equinoccial, o sea, sobre la linea del ecuador, lo que significa que los días de solsticio el sol cae totalmente perpendicular sobre la estructura de la capilla, atravesando la claraboya circular que hay en el centro de esta. La pintura que hay alrededor representa a los esclavos indígenas que eran obligados a trabajar en las minasdel potosí y que están buscando a tientas una manera de escapar dirigiéndose hacia la luz.
Cada una de las partes de la estructura arquitectónica del museo tiene significado. ¡¡Hasta los diferentes tipos de suelo!! Cada rincón, cada detalle, tiene su significado, y la guía que me acompañaba los conocía todos casi tan bien como si se los hubiese contado el mismo Guayasamín.
También conocía la historia y la interpretación de cada una de las pinturas. Los cuadros de Guayasamín son fuertes, muy impactantes y dramáticos. A veces me sentía tentado de decir «que bonito», pero lo cierto es que la palabra «bonito» no tenía cabida, pues se trataba de imágenes muy dramáticas e impactantes. Algunas mostraban a madres sosteniendo en sus brazos a hijos famélicos que no podían alimentar, a personas muriendo de hambre, ríos de sangre, mutilados… representando todo el daño que el hombre ha hecho al hombre a lo largo y ancho del mundo en la última mitad del S. XX.
Al principio Guayasamín empezó pintando sobre el sufrimiento de las gentes de la América Latina, desde Mexico hasta la Patagonia, y a esa época le llamó «camino de lágrimas», haciendo referencia a la parte del ojo por donde corren las lágrimas cuando se llora. Sin embargo, después viajó por todo el mundo y comprendió que el sufrimiento no era patrimonio exclusivo de este contiente, y dibujó cuadros de todo el mundo. Esta es la etapa de la ira. Finalmente terminó dibujando también la esperanza en una última estapa que es la ternura o también «mientras viva siempre te recuerdo» que está dedicada a su madre.
En más de una ocasión noté que me emocionaba, como cuando vi este cuadro de la derecha, que Guayasamín pintó tras conocer la noticia de la muerte de algunos amigos durante el golpe de estado de Pinochet en Chile. También me sorprendió el cuadro de los mutilados, dedicado a los mutilados de la guerra civil española, que consta de seis paneles móviles que se pueden girar o colocar en cualquier orden, y siempre conectan con alguna parte del cuerpo dibujada en el panel contiguo. Eso significa que el cuadro tiene casi 3.000 posibles colocaciones e interpretaciones y todas ellas son buenas (desgraciadamente no puedo colgar la foto porque la red que tengo ahora no es muy buena y no consigo subir casi ningún archivo).
Me parece que es bastante desacertado por parte del ayuntamiento de Quito no dar una mayor publicidad a la Capilla del Hombre, y es una pena que seguramente muchos turistas se vayan sin conocer la obra de este pintor. De todos modos, la visita para mí no habría sido ni la mitad de buena de no haber contado con las explicaciones de mi guía.
Otro de los puntitos de contacto.
El padre de mi amigo Jorge fue el Comisario de la gran exposición de Guayasamín en España.
Desde luego, supera toda la sensación de respeto que se pueda experimentar.
Kim
El mundo es un pañuelo, de verdad.
Desde luego las sensaciones que crea la pintura de Guayasamín son profundas. Como dice Airovisto… sobrecogedoras. No se me ocurrió pensar en el pintor trabajando en ellas, pero ahora que lo pienso…
Excelente nota de la visita a la Capilla del Hombre, les cuento ademàs que soy el encargado de las visitas guiadas en el edificio de la Asamblea Nacional en Quito, en las que detallo el simbolismo de ese otro tesoro nacional de Oswaldo Guayasamìn que tenemos en nuestra custodia y que es su mural «Imagen de la Patria» con 300 metros cuadrados de extensiòn al interior del salòn de sesiones. Hoy abierto al pùblico por lo que pongo a sus òrdenes la pàgina de la asamblea y mi correo personal para cuando quieran venir a visitarnos o los amigos del extranjero pasen por Quito sea esta una visita obligada. http://www.asambleanacional.gov.ec; edison.mino@asambleanacional.gov.ec. para los que no pueden venir en la pàgina web hay un texto explicativo y muchas fotos del mural asì como un rompecabezas digital, muy ùtil.
Sobrecogen… hay mucha mente en esas pinturas. Lo imagino pintándolos con el reloj parado… y el corazón…
Un abrazo.