Ayer organizamos en la casa un «canelazo literario». Un canelazo literario es una reunión de varias personas para leer y comentar diferentes obras literarias, para, al final, terminar escribiendo nosotros mismos. Además, durante la reunión se sirve canelazo.

Creo que podría decir que el canelazo es el equivalente de la sangría aquí en Ecuador (también lo toman en Colombia). Es un coctel que se hace con canela hervida en agua, licor, algo de fruta, no sé qué más, algo de fruta. Está muy dulce, y si lo haces como Dios manda, entra muy rápido y sube muy deprisa. Por suerte el canelazo que se hizo para esta ocasión era «light», es decir, con bajo contenido en alcohol, y bastante inofensivo.

Como la temática del canelazo era la transexualidad masculina, pude colaborar con una de mis poesías, y también leí el único cuento que tengo terminado en mi otro blog (es una pena lo abandonados que tengo los cuentos de ese blog, con lo que me gusta escribirlos).

La velada fue muy interesante. Para empezar, conocí a un montón de personas interesantes, a algunas de las cuales ya tenía ganas de poner cara, puesto que me habían hablado mucho de ellas, y otras inesperadas, que se apuntaron en el último momento. También me gustó mucho la forma de conducirlo que tuvo el «director», el ambiente que creó, con velas e incienso, íntimo, acogedor, y un poco místico.

Además de mi poesía y mi cuento, leimos otras poesías de un chico trans de Chile que se llama Michel Riquelme, y de Gabrielle Esteban, que es el que organizaba el canelazo. Lo que Michel escribe es muy duro, con una gran intención política, hasta el punto de que en realidad sus poesías casi no parecen poesías. No es que sean malas, o que no pertenezcan al género… es que son de una clase extraña, solitaria, que grita… Al menos sí que puedo decir que no me dejaron indiferente.

Gabrielle sólo leyó una poesía, y, quizá porque era suya, no dió mucho pie al debate. Era más fresca que las de Michel Riquelme, pero al mismo tiempo no dejaba de lado la reflexión política. Al lado de ellos, yo me sentía un poco simple, un poco inocente… como me suele ocurrir. ¿Por qué yo no soy capaz de plantear reflexiones que vayan más allá del «ay, me duele»?

Después de que yo leyese mi poesía, uno de los invitados hizo un comentario que me gustó mucho, porque captó cosas sobre mí que yo no había visto. Me dejó tan desconcertado que hasta he olvidado la mitad de lo que dijo… una pena. Pero sí que me quedé con la segunda mitad de lo que habló. Comentó que yo andaba en círculos, cosa que a mucha gente le parece una pérdida de tiempo, pero que en su opinión es la única manera de encontrarse a uno mismo. En ese momento me sentí confundido ¿caminar en círculos yo? ¿Cuando he hecho eso?

Tuve que releer lo escrito para ver cómo había llegado a esa conclusión, y entonces fue cuando lo vi. Al principio, cuando era un niño, yo no sabía que cosas eran «de niño» y qué cosas eran «de niña», así que hacía lo que me gustaba. Después de un viaje de treinta años he vuelto más o menos al mismo punto… No hago cosas «de hombre» o «de mujer», sino que hago lo que a mí me gusta y asumo que es «de hombre» porque lo hago yo (sin entender que sea exclusivamente de hombre, y que una mujer no pueda hacer lo mismo).

El canelazo literario ha sido una experiencia muy bonita, que esperamos repetir dentro de dos semanas. ¡Ya tengo ganas de que llegue!

Alguien.

No sabía qué debía ser

y fui sólo alguien que juega

alguien que lee,

alguien  que cuida de otro alguien.

Cuando me dijeron que era

alguien que yo no sabía ser

me convertí en alguien que llora,

en alguien que está solo,

en alguien que se siente torpe,

en alguien que no encuentra

un lugar en el que estar.

Por fin aprendí cual era mi sitio

y logré ser la hija de alguien,

la novia de alguien,

la amiga de alguien,

alguien asustado por si logra

descubrir quién es en realidad.

Era alguien fingiendo ser otra persona

hasta que ya no pude fingir más.

Entonces fui alguien que derribó

todo lo que había sido.

Y me dijeron que soy valiente,

que soy un loco y un enfermo,

que soy alguien que huye,

que merezco ser feliz.

Sin embargo todo es mentira.

Tan solo soy alguien que escribe,

alguien que aprende,

alguien que ama y llora,

alguien que sonríe a sus amigos,

tan solo soy quien quiero ser

y no comprendo por qué es tan difícil.