Desde que llegué a Ecuador estoy descubriendo una ámplia gama de alimentos y de formas de cocinar dichos alimentos. No sé si lo comenté ya anteriormente, pero cuando entro en la cocina y abro la despensa o la nevera, no sé qué son la mitad de las cosas, cómo se cocinan, o si el sabor me va a gustar.
Lo cierto es que con los ingredientes que encuentro yo no sería capaz de cocinar nada decente, sin embargo, cuando los compañeros se meten en la cocina y se lían con los fogones, acaban sacando recetas con sabores exóticos y desconocidos, completas y totalmente comestibles.
Una de las cosas que me ha llamado la atención es que el pan no es el alimento básico. El alimento básico aquí es el arroz y el maiz. Me han dicho que en algunas regiones es el «mote», el maiz maduro, muy tierno y grande, de color blanco (realmente se parece más a un garbanzo cocido que a un grano de maiz). Comen mucho plátano tanto verde como maduro, y lo saben cocinar de muchísimas formas distintas. También cocinan con maní, aunque yo eso todavía no lo he probado. Y frutas, y verduras. También se come carne, de forma más o menos parecida a la española, aunque hacen pocos embutidos, y pescado, aunque menos. Supongo que en la zona de la costa serán más «pescaderos».
¿Y está bueno? Malo no está. No es como irse a Inglaterra, donde la comida es un asco. Sin embargo son sabores desconocidos, a los que hace falta acostumbrarse. Seguramente cuando lleve más tiempo aquí podré escribir otra entrada sobre la gastronomía ecuatoriana, aunque en esta ocasión, hablando con más propiedad.
Lo cierto es que ayer y hoy he estado haciendo «turismo gastronómico». Ayer nos llevaron a comer a un… una especie de asadero en el que la especialidad es cerdo asado a fuego muy lento, hasta que el interior queda bien hecho y el exterior muy crujiente. La piel hace «cortezas» de cerdo, de las de toda la vida, muy rica y crujientita. Además, el plato iba acompañado por un maduro frito («maduro» es el plátano maduro, y «verde» el plátano verde. Es totalmente lógico obviar la palabra «plátano» ya que lo estás viendo en el plato y sabes lo que es), aguacate, ensalada aliñada con cítricos y hierbas aromáticas, mota, y patatas cocinadas de una forma que desconozco pero que me recordó a las papas «meneás» que se comen en Castilla y León.
Además el asadero-merendero-restaurante (seguro que ese tipo de establecimiento tiene un nombre concreto, y seguro que me lo han dicho, pero no lo recuerdo) estaba en una zona muy bonita, frente a un club hípico, así que mientras comíamos estábamos viendo los caballos pastar en el cesped.
Decir que «estaba en un sitio muy bonito» refiriéndome a un emplazamiento de Ecuador, es redundante. Aquí todo está «en un sitio muy bonito», ya que los paisajes son impresionantes. Las montañas, increíblemente altas, están siempre a tu alrededor. Desde Quito se ve el Pichincha, que es enorme, pero que sólo es la antesala para otro Pichincha que está detrás y es aún más grande. En realidad se llaman «Guagua Pichincha» y «Ruco Pichincha», que significan «joven Pichincha» y «viejo Pichincha» respectivamente. En cuanto sales de la ciudad, todo es verde. Los pueblos, de casitas de colores, se desparraman en las laderas de las montañas, como si en lugar de haber sido construidos, se hubiesen derramado sobre la alfombra del bosque. El aire está limpio, la gente está en la calle. Hace un tiempo excelente, hasta cuando llueve a cántaros, cosa que ocurre cada día en un momento u otro, pues estamos en época de lluvias.
Después de comer fuimos a dar un paseo por un parque que está declarado paraje natural. Aunque me costó un poco de trabajo por culpa de la altura, disfruté como un enano paseando entre los senderos de eucaliptos, subiendo y bajando colinas, charlando y divirtiéndome con los amigos de aquí.
Volvimos a la casa bastante cansados, a pesar de que antes de llegar hicimos una parada en una cafetería. Sin embargo era temprano, ni siquiera eran las siete de la tarde… equivalente a las dos de la mañana españolas. No es tan extraño que yo estuviese muerto de sueño, aunque no puedo echar la culpa de todo al jet lag, puesto que los demás estaban en las mismas condiciones.
Todavía nos quedaba una última «excursión». Teníamos que ir a buscar al perro de la casa trans (Sharii) a la casa de la persona que lo había estado cuidando durante una temporada. Sabíamos que Sharii es un perro grande, pero con lo que no contábamos era con que no quisiera dejar su hogar «de acogida». Por suerte el animal se conformó con tratar de saltar de la furgoneta, con la furgoneta en marcha, y no le dio por morder a los dos enclenques humanos desprovistos de garras y colmillos que trataban de sujetarlo. Si hubiese sabido dónde íbamos, seguramente nos habría acompañado de buen grado, pues en cuanto llegó a la casa, la reconoció y se puso muy contento.
Ahora tenemos perro. ¡Y menudo perro! Con seis meses ya es enorme, y tiene muchas ganas de jugar. Por suerte también tiene un caracter noble y no es especialmente inquieto ni agresivo, así que espero que será fácil de cuidar, a pesar de su tamaño.
Gracias,
Primero por expresarte de mi Pais (que adoro y no lo he visto por mucho, mucho tiempo) de la manera que lo haces , tienes razon, mi tierra es BELLISIMA y Segundo, porque la verdad no hay persona que me ha dicho que ha comido mal en Ecuador. Soy Cuencana de pura sepa y la comida de la Sierra es exquisita, solo queria mencionar que al maiz cocinado se le llama ‘m o t E’ y no ‘motA’ como tu lo dices a menos que su pronunciacion haya cambiado. Te cuento hay un plato muy tipico llamado ‘Humita o Humitas cuando son muchas y te lo digo asi porque ahora hasta en Cuenca se le llama de esa manera pero, cuando era chiquilla en mi casa y en toda Cuenca se le llamaban ‘Chumales’, me dio tremenda sorpresa que algun tiempo atraz cuando fui de regreso por primera a vez a visitar, entre en un restaraunte y pedi mis ‘chumalitos’ y la muchachita no me entendio y me dio mucha tristeza y para mayor ella como yo, tambien era de Cuenca.
Bueno, muchisimas gracias otra vez, espero que como tu haya mucha mas gente disfrutando de la belleza de mi Ecuador querido.
Hola Martha:
Muchas gracias por la corrección. Cuando escribí esto llevaba poco en Ecuador y me liaba con ciertas cosas, así que no es que la pronunciación del rico «mote» haya variado, sino que fui yo que me equivoqué.
Realmente la estancia en tu país fue muy agradable y enriquecedora para mí en todos los sentidos. Estoy seguro de que debes echarlo muchísimo de menos, así que ojalá puedas regresar pronto, aunque sólo sea de visita.