Después de las Jornadas, la vida siguió. La vida real está ahí fuera, por más que uno busque maneras de olvidarse de ella durante un rato, o de pensar que puede hacer que las cosas sean un poquito mejores.

En la vida real, tras las Jornadas, encontré a algunas personas que opinan que no sólo no ayudo a hacer que las cosas sean un poquito mejores, sino que incluso contribuyo a empeorarlas. Bueno, no estoy del todo seguro de si eso era la vida real, o continuaba con lo de antes.

No siempre hago las cosas bien, y no me queda más remedio que reconocer que dejé colgadas a algunas compañeras, especialmente a quienes se encargaban del Espacio Difuso. No supe hacerlo mejor, ni tampoco peor, pero eso no justifica que no lo hice como debía. Quizá tampoco fuí el único que no hizo las cosas como debía, y la parte «agraviada» tal vez tenga su parte de responsabilidad en la falta de implicación del resto. Aún así, que otras personas no hagan las cosas bien no justifica que yo no las haga bien.

Muchos se han disgustado con las cosas que he escrito aquí. Son personas con una visión diferente de la mía respecto a lo que es el feminismo. Me han dicho y escrito cosas muy duras, estaban muy enfadados. Otros no se han dirigido a mí, pero sí que han apelado a mis amigos. Es normal, igual que ellos actuaron de acuerdo con sus ideas y convicciones y yo me enfadé, al actuar yo de acuerdo con mis ideas y convicciones he hecho que se enfaden conmigo. Igual que yo me he sentido atacado, incluso insultado, el decirlo ha hecho que se sientan igual. Tengo la sensación de que «ellos atacaron primero» y en ello me justifico. Sólo hablo de lo que veo y describo lo que sentí en esos momentos, porque en el fondo, muy en el fondo, sólo escribo para mí. Se me olvida que otros leen mis lineas, e incluso cuando soy consciente de ello, siento que morderme la lengua es mentirme a mí mismo. En el futuro, cuando quiera recordar un momento, se que releeré las entradas antiguas, y si falseo ahora mi opinión, suavizándola para no herir sensibilidades, estoy falseando mi memoria del futuro.

Quizá debería llevar un diario privado y guardarme mis opiniones para mí. Así seguro que no se enfadaba nadie conmigo. Sería políticamente correcto. Pero entonces mejor cerraría este blog. Porque empecé a escribir para que mis amigos, familiares y, sobretodo, otras personas trans, viesen como me iba, que las cosas son difíciles, duras, pero se sale de todo y luego merece la pena. Si he descrito con todo lujo de detalles como estaba cuando me sentía tocar fondo ¿no voy a expresar lo que siento cuando estoy en la cresta de la ola? ¿No voy a decir a otras personas trans que hay maneras de ser trans y ser increiblemente feliz, a pesar de todo?

El problema, creo, es que este blog ha dejado de ser anónimo, y yo me estoy dando cuenta de ello ahora, a pesar de que A. lleva bastante tiempo indicándomelo con mucho tacto. Escribo y me muestro como soy, y me hago vulnerable, pero también vulnero a otros cuando al hablar de ellos, ellos saben quien les está haciendo referencia. Lo que me consuela es que supongo que de aquí a unos meses volveré a la comodidad del anonimato y podré dejar de plantearme estas cosas. ¿Hacer o no hacer? ¿Expresar o mantenerse en silencio para evitar el confrontamiento? ¿Estoy aprovechándome de la ventaja que representa tener una plataforma de comunicación unidireccional? ¿O, al fin y al cabo, tengo derecho a utilizar la libertad que internet brinda a todo el mundo para hacer escuchar sus opiniones? ¿No son los blogs la máxima expresión de la democracia? Sí, alguien puede ser muy poderoso y evitar que otros hablen en determinados foros, alzar su voz sobre las de los demás, pero luego la red nos da voz a todos, y cada cual lee lo que cree más adecuado.

Yo no quiero representar a nadie en este blog, ni derribar nada, ni atacar nada… eso lo hago en otros sitios. Aquí estoy sólo yo y mis sentimientos y experiencias, totalmente subjetivos. La vida de un hombre transexual como otro cualquiera. Y la vida de un hombre como otro cualquiera.

En mi vida, igual que la de otro cualquiera, los días se suceden y cada uno trae cosas diferentes. Salió la nota de la oposición, y al final no he pasado el corte, aunque muy probablemente entre en bolsa de empleo y tenga la oportunidad de trabajar. Tengo que sacar ánimos para volver a ponerme a estudiar después de Navidad. Mis amigos ya me están animando, y desde la academia también me han mandado un mail. La vida sigue.

En mi vida, dos de mis parientes tienen problemas con el cáncer. Una de ellas está superándolo poco a poco, con el apoyo de todos, como buenamente puede. La otra, aún no sabemos qué tiene dentro exactamente, aunque los médicos nos presentan un panorama optimista, dentro de la precaución. Por suerte, estaba vacunada contra esta enfermedad en concreto, lo que, al parecer, ha servido para minimizar los daños. Esta última, es una pariente muy cercana, y me dió la noticia el jueves pasado.

Por otra parte, veo aparecer algunos proyectos nuevos en el terreno laboral. No quiero hablar de ellos, por la sencilla razón de que, en lo que a eso respecta, nunca he tenido demasiada suerte. En toda mi vida, de las muchas entrevistas de trabajo que he hecho, sólo he superado una, la que hice con Ediciones Rueda, para vender enciclopedias… y luego el trabajo duró muy poco. Pero en el último año he cambiado mucho, y siento que ahora estoy preparado para aspirar a algo mejor. Creo que el aspecto laboral de mi vida va a empezar a mejorar muy pronto, por fin.

Esta semana pasada he creido que un huracán se dedicaba a ponerlo todo patas arriba. Como se ve, no lo he estado pasando muy bien que digamos. Por suerte, una vez más, tenía cerca a varios amigos, que al estar cerca me han trasladado a una zona más tranquila de la tormenta, quizá al ojo del mismo huracán. Es bueno no estar solo.

Mañana me voy de viaje a pasar la navidad con la familia, con esos parientes que me preocupan (y algún otro que también me preocupa, pero del que no he hablado) y con los que no me preocupan pero les preocupo yo a ellos. Veré también a amigos distantes físicamente, pero cercanos emocionalmente, y estaré sin contacto con la red durante varios días. Que nadie se preocupe, estoy seguro de que sobreviviré, y, además, me llevo el teléfono móvil.

¡¡¡¡FELIZ NAVIDAD A TODOS Y PRÓSPERA REALIDAD PARA EL AÑO QUE VIENE!!!!