Hoy he tenido mi tercera cita con la psicóloga, los que viene a significar que estoy a mitad del proceso de diagnóstico psicológico, o podría estarlo si al final durase los seis o siete meses que me dijo la psicóloga que dura, lo que, por lo que yo sé, muy pocas veces se cumple.
La verdad es que he salido contento, será proque el test que tocaba hoy era sobre un tema que me gusta ¡El sexo!
Lo cierto es que muchas de las preguntas incluidas en el test resultaban bastante embarazosas, y me ha dado un poco de vergüenza responder. Sin embargo se me ha hecho bastante fácil, pues las preguntas más embarazosas han ido siempre acompañadas de una completa explicación de por qué eran necesarias y para qué se hacían. Es agradable que te traten como a un adulto y te digan lo que quieren hacer contigo.
También he dejado dicha una cosa a la que venía dando vueltas en la cabeza desde la útima visita. ¿Por qué el expediente no tiene nombre? La explicación que me ha dado no me ha resultado muy convincente, ya que me ha dicho que era lo normal, pero no el por qué. Pero bueno… la cuestión es que ya tengo mi nombre escrito en la carpetita. Parecerá una tontería, pero entrar en la consulta y convertirme de repente en un «paciente sin nombre» me causaba cierta desazón.
No hace falta que diga que he salido de la consuta con muy buen ánimo, y sin saber que aún faltaba lo mejor.
Los mejor es que esta tarde, por primera vez, mi madre me ha hablado en masculino. Ha sido sólo una palabra, y tan rápido que áun no se si lo ha dicho de verdad o es que he escuchado mal. Pero no… he oido bien, estoy seguro.
Puede parecer que una sola palabra no es un gran logro. Sin embargo, si alguien fuese de esa opición, deberría imaginarse que trata de empujar una masa de una tonelada y, tras muchos esfuerzos, nota que se ha movido un milímeto. Significa que, al fin y al cabo… ¡se puede mover!
Lo malo es que ahora estoy tan contanto que me pongo a estudiar y no me centro. Y al contrario que cuando estoy mal, que soy capaz de cortar mis pensamientos, en esta ocasión quiero seguir con ellos dando vueltas tanto tiempo como pueda.
Supongo que puedo considerarlo una inversión a largo plazo.
Hola Pablo,
tengo la sensación de que, en general, las madres aceptan mejor que los padres que los hijos/as sean LGBT. Debe ser parte del instinto maternal: aceptar a tus hijos como son. Los padres suelen ser más cerriles. A lo mejor no es verdad, pero es la impresión que tengo.
Una palabra. Ya vendrán más.
Un abrazo
En eso estoy de acuerdo, aunque conozco casos de madres que han llegado a decir a sus hijos «preferiría que estuvieras muerto a que seas así». Por otra parte, este era un caso de un hijo que no compartía la fe religiosa de su madre…
Yo espero que al final mi familia terminará asumiendo la situacion. Bueno, estoy convencido de ello… al 99%
Bueno…desde mi experiencia (que no es poca) en todo esto que estás viviendo solo te digo una cosa…no pienses tanto y
saborea lentamente tus pequeños triunfos chiquitin.
Un abrazo.
Ja, ja, ja… ¡¡¡Cuanta razón tienes!!!