Estos días, como casi siempre, he visto, sentido, pensado y aprendido cosas nuevas y sorprendentes que hasta ahora me habían pasado desapercibidas. Me gustaría hablar de ellas, pero lo cierto es que durante la tarde me ha dado un bajonazo impresionante, así que me voy derecho a la cama, a esperar que llegue mañana y sea un día mejor.

No escribo esto para que nadie se preocupe por mi. Es sólo por dar fe de que a veces incluso yo tengo momentos bajos, esos en los que piensas que estás hasta los huevos de que todo sea tan difícil y haya que luchar hasta para conseguir las cosas más básicas que la gente normalmente dan por hechas, como sentirse a gusto con su propia identidad, sin miedo a que alguien se pueda sentir decepcionado o herido contigo por ello.

Para estas ocasiones especiales existen los ansiolíticos, pero creo que hoy, sólo por una vez, me voy a dar el lujazo de tomarme una tregua en la lucha constante por dominar mis propios sentimientos. Ni pastillas ni rollos para animarme, sólo aceptarlo e irme a la cama.

Hoy toca parada y descanso, que a veces, hasta en el autocontrol, hay que darse un respiro.