Errores de novatos relacionados con la transexualidad

Hola, pasa y acomódate. Búsca un lugar cómodo en el que sentarte, o, si vas en el autobús o en el metro, ponte tu música favorita. Relájate, porque hoy vengo a contarte los siete errores de novato que más problemas te pueden causar, y cómo evitarlos.

Cuando termines esta clase, te habrás ahorrado mucho tiempo corriendo de aquí para allá como un pollo sin cabeza, muchos meses, e incluso años, de disgustos y ansiedad, y, seguramente, un buen puñado de dinero.

Los siguientes errores se producen o bien por la falta de conocimiento que las personas en general tenemos sobre cómo actuar cuando una persona es trans, o bien por la existencia de prácticas, creencias, y supuestos conocimientos científicos, todos ellos muy discriminatorios y que, sin embargo, están tan asentados en la sociedad, que han llegado a entenderse como “la manera correcta de tratar la transexualidad y a las personas trans”.

Estas creencias están en la mayoría de las personas, incluidas las personas trans, y forman parte de la reducida caja de herramientas con la que la mayoría contamos cuando cobramos conciencia de que somos trans. Sin embargo, son herramientas que nos van a servir tan poco como un destornillador mellado, un puñado de clavos oxidados, o un serrucho sin dientes. Es mejor deshacerse de ellas y cambiarlas por otras nuevas.

Ahora te explico cómo.

Error nº1: Ir al psicólogo que te ha recomendado tu tía.

Síntomas: acabas de salir del armario, empiezas a asumir que eres trans, te has estado informando de los primeros pasos que hay que dar, y has descubierto que lo primero que hay que hacer es ir al psicólogo. Incluso es posible que realmente tengas interés en recibir apoyo de un psicólogo que te oriente sobre cómo manejar la situación.

El problema es que no sabes dónde ir. Lo comentas con la familia, y entonces, tu tía, con toda la buena intención del mundo, te recomieda un psicólogo muy bueno que conoce ella, y te pasa sus datos de contacto para que pidas una cita.

Consecuencias: llamas al psicólogo y te da cita para la primera sesión. En la primera sesión, el psicólogo te dice cosas horribles y trata de persuadirte de que no eres una mujer/un hombre, que lo tuyo es una psicosis, y que mejor te quedes como estás. Sales corriendo a toda velocidad. De vuelta a la casilla de salida (a buscar nuevo psicólogo), y encima con mal cuerpo y miedo de que el siguiente sea igual o peor.

También puede ocurrir que el psicólogo te cuente un rollo patatero, hasta que se acaba la sesión y te da cita para la siguiente. Como no parece mal tipo, vas a la siguiente sesión. Y a la siguiente. Y a la otra. Siempre parece que estáis a punto de llegar a algo, pero al final la cosa se queda en nada. Al final, después de varios meses y cientos de euros gastados, le preguntas si te va a dar el informe psicológico o qué. Te dice que en la próxima sesión, así que vuelves. Varias sesiones más tarde, y después de perder otros cientos de euros más, insistes con cierto enfado. El psicólogo dice que realmente no se ve capacitado para hacerte el informe, que mejor vayas a la UTIG o a algún sitio especializado, y se queda tan tranquilo. Tú te ves de vuelta en la casilla de salida, con un enfado monumental, y entre 500€ o 1000€ más pobre.

Solución: vete a mi lista transfriendly de profesionales de la salud y busca un psicólogo en ella. Te recomiendo que veas el video en el que explico cómo usarla. El video es un poco largo, pero te ayudará a flitrar y entender la información de la tabla, y a que puedas encontrar a la persona adecuada. Recuerda que si no puedes encontrar ninguno en la zona donde vives, hay algunos psicólogos que ofrecen sesiones online.

Si quieres, también puedes ir al psicólogo que te haya recomendado cualquier otro amigo (siempre que no sea tu tía. No sé qué pasa con las tías, pero son nefastas para encontrar psicólogos), pero antes de concertar la primera cita, asegúrate de preguntarle si te va a hacer informe, si te lo va a cobrar a parte, y cuantas sesiones van a ser necesarias. Si no te puede dar una respuesta concreta (te dice “ya veremos” en vez de “tres sesiones”), mejor busca a otro.

Error nº2: confiar en la psicóloga de la UTIG (o unidad equivalente).

Síntomas: crees que lo que te pasa es muy raro, y que antes de hacer nada es mejor que te vea un psicólogo especializado en transexualidad, para que te ayude. A poder ser, el psicólogo de la UTIG (o Unidad de tratamiento médico para personas transexuales equivalente). Así que vas al psicólogo y se lo cuentas todo, todo y todo. Todos tus problemas. Cualquier otro diagnósico psicológico que hayas tenido antes. Tus miedos, tus inseguridades, la ansiedad que sientes….

A medida que va pasando el tiempo y el diagnóstico no llega, empiezas a plantearte que “esto tarda demasiado” y desearías que fuese más rápido. Sin embargo, sigues pensando que es necesario que un psicólogo especializado haga un diagnóstico. No para ti, claro. Tú no necesitas diagnóstico, porque tú lo tienes súper claro. Pero puede haber gente que esté confundida y se vaya a arrepentir. Es por eso que hace falta el diagnóstico.

Consecuencias:

La primera consecuencia es muy clara: si eres pobre, vas por la Seguridad Social, y tienes la desgracia de vivir en una Comunidad Autónoma con UTIG, puede llegar a darse el caso de que se te niegue el acceso a los tratamientos médicos.

Los protocolos médicos sobre transexualidad están diseñados para que sólo las personas que se ajustan a un modelo muy bien definido tengan acceso a los tratamientos médicos. Ese modelo es, básicamente, el que al equipo de la UTIG le de la gana, y si no te ajustas a él, te han jodido. En ese modelo, no entran las personas trans con muchos problemas, ni tampoco las personas con una identidad de género no binaria, ni las que no han tenido claro que eran trans desde que estaban en el útero materno. Así que si confías en tu psicólogo de la UTIG y le cuentas todos tus problemas, pueden pasar dos cosas: que tengas suerte, o que no la tengas.

Si tienes suerte, resultará que tus problemas coinciden con los problemas que se supone que una persona trans socialmente aceptable tiene que tener, y hasta puede que tu psicólogo te ayude. Si no tienes suerte, que es lo que ocurre en la mayoría de los casos, tu tratamiento se verá retrasado de manera indefinible (conozco gente que ha estado yendo a la psicóloga de la UTIG durante 7 años). Si tienes muy mala suerte, te dirán que no eres transexual y te mandarán a tu casa.

La segunda consecuencia es que, al creer que el diagnóstico es necesario, estás cayendo en una trampa de pensamiento discriminatorio. Te explico por qué:

Según la ley a todas las personas se les presupone que están mentalmente sanas y tienen capacidad para tomar sus propias decisiones (entre otras cosas, decidir si se someten o no se somente a un tratamiento médico). Si alguien sostiene que esa persona no está capacitada para tomar decisiones por si misma, tendrá que demostrarlo ante un juez, y sólo después de que el juez declare incapacitada a esa persona, podrán ser otras quienes decidan por ella.

Pero, si eres trans, entonces se presupone que estás mentalmente incapacitado para tomar por ti mismx la decisión de someterte a un tratamiento médico. Tendrás que demostrar que estás mentalmente sano (o sea, que “no estás confundido”, o que no tienes alguna enfermedad mental que te hace creer que eres algo que no eres) antes de poder iniciar cualquier tratamiento. Además, en el momento en que demuestres que estás mentalmente sano, recibirás automáticamente un diagnóstico de trastorno mental (disforia de género o transexualismo, según si usan la terminología del DSM-V o del CIE), y sólo cuando seas declarado enfermo mental podrás demostrar que estás suficientemente cuerdo como para poder empezar un tratamiento. Un tratamiento que, por otra parte, reciben todas las personas que no son trans.

Qué locura ¿no? ¿De verdad te apetece participar en esto?

Solución: tenlo claro; el diagnóstico psicológico no es necesario. No te hace falta a ti, ni a nadie. Las otras personas trans tampoco lo necesitan. El hecho de que no sean como tú no significa que estén más locas que tú. O menos locas que tú. Combate tu transfobia interiorizada, y pulveriza a ese señor con bigote, amante de los toros y de los puros que vive dentro de ti. Repítelo conmigo: la transexalidad no es una enfermedad, y no puede ser diagnosticada.

En uno de los próximos correos, hablaré de cómo lidiar con los protocolos de las UTIG, si has tenido la mala suerte de tener que ir a una de ellas. Mientras tanto, quédate con esto: no le cuentes nada a tu psicólogo de la UTIG. Tienes que decirle que estás bien. Pero no súper bien y súper feliz de la vida. Estás un poco triste, y algo jodido, porque eres trans y necesitas empezar los tratamientos hormonales para ser feliz. Pero tampoco estás súper triste y súper deprimido. Puedes tener problemas, pero tienes algunos amigos que te ayudan. Puede costarte trabajo que en casa lo asimilen, pero no es un drama y tienes confianza de que con amor y cariño todo saldrá bien ¿Lo pillas? Estás bien, pero no demasiado bien. Estás sólo tan bien cómo puede estar una persona trans sin tratamiento

Error nº3: informarte sobre transexualidad en las guías médicas.

Síntoma: empiezas a hacer búsquedas en Google sobre cómo son los protocolos médicos de la transexualidad. De repente acabas leyendo los criterios diagnósticos del DSM (publicados por la APA), del CIE (publicados por la OMS), y los SOC de la WPATH, enteritos. Te dices que ahora ya eres una eminencia sobre transexualidad, mientras mueves afirmativamente la cabeza pensando que cumples con todos los criterios diagnósticos, y te preparar para afrontar el reto que supone el proceso transexualizador.

Consecuencias: bienvenido a los peores años de tu vida. Los criterios diagnósticos y los protocolos de la APA, CIE y WPATH han sido escritos por médicos y psicólogos cis que tienen como objetivo principal demostrar que son los máximos expertos en transexualidad, y ganar cuanto más prestigio y dinero sea posible gracias a ello. Creeme, ganan mucho dinero y tienen mucho prestigio.

Por tanto, los protocolos publicados por estas instituciones no buscan tu beneficio. Buscan el suyo propio. Tienen que demostrar que su intervención es imprescindible y que sin su vida, nuestra vida iría a la deriva y sin control.

Las guías y criterios de diagnóstico sobre la transexualidad son herramientas para convertir algo que no es una enfermedad (el hecho de que tu identidad, libremente desarrollada, no se corresponda con la identidad que otras personas te asignaron al nacer), en enfermedad. Para eso, necesitan hacerte sentir enfermo. Necesitan hacer que lo pases mal. Por eso, cada paso, cada criterio, cada fase del terrible “proceso transexualizador” es un doloroso calvario que tendrás que atravesar, sin ayuda.

Lo peor, es innecesario.

Solución: deja de leer esas mierdas, con perdón por la expresión. Sigue las enseñanzas de este curso, utiliza la caja de herramientas imprescindible si eres trans, que pudiste descargar en mi primer e-mail (si has perdido el enlace, escríbeme, estaré encantado de volver a enviártelo). Encuentra el camino más rápido, más fácil y menos doloroso hacia tu felicidad, y hazle un corte de mangas a la WPATH, a la OMS, y a la APA.

Error nº4: esperar a llevar dos años de hormonación para cambiar el DNI.

Síntomas: la Ley 3/2007 lo dice, y todo el mundo está de acuerdo con ello. Hace falta seguir un tratamiento durante dos años antes de poder cambiar el DNI. No hay otra forma de hacerlo. Es un asco, ojalá cambien la ley, pero de momento, hay que hacerlo así.

Consecuencia: varios años dando explicaciones y sintiéndote incómodo o incómoda cada vez que tengas que enseñar el DNI (sin hablar de si estás estudiando, cuando te van a hacer un contrato de trabajo, etc…)

Solución: en realidad la ley dice que sólo las personas que se vayan a someter a un tratamiento hormonal tienen que esperar los dos años. Aquellas personas que, por motivos de salud, no lo vayan a seguir, pueden conseguir su cambio de DNI inmediatamente. Como ya he escrito varios artículos sobre este tema, y dentro de unos días te enviaré un enlace hacia uno de ellos, no me voy a extender más en este punto.

Excepción: los menores de edad lo tienen más complicado. Si eres menor de edad, o tienes un hijo o hija trans menor de edad y estás leyendo esto para él o ella, mejor acude a la Asociación de Familias de Menores Transexualies Chrysallis, donde te podrán ayudar.

Error nº5: pintarte como una puerta, y vestirte como una Barbie o como un cantante de reggeton.

Síntomas: sientes que, de repente, has explotado. Por fin puedes hacer todo lo que siempre quisiste hacer, desde que eras adolescente. Si tienes una identidad más femenina, te lanzas a embadurnarte los ojos de arriba a abajo con sobra azul, te pones la minifalda más ajustada del mundo, y sales a la calle a comerte el mundo. Si tienes una identidad masculina, acumulas una colección de gorras y corbatas, y sales siempre a la calle con ellas puestas, los pantalones y las camisetas una talla más grande, y con un gesto serio y adusto en la cara, como si tu perro acabase de morir envenenado.

Consecuencias: por supuesto, tienes derecho a tener tu propio estilo, pero una falta de socialización en el género que sientes como propio, junto al resultado de muchos años de represión (cuantos más años, peor), pueden hacer que te salga el tiro por la culata, y acabes hecho un adefesio sin ni siquiera darte cuenta.

Solución: en el blog de la.trans.tienda encontrarás varios artículos sobre belleza y arreglo personal, destinados especialmente a chicas, que pueden orientarte a encontrar tu propio estilo.

Deja de fijarte en los famosos, cantantes, actores, modelos, futbolistas y demás. Todo lo que aparece en televisión es ficción y no puedes aplicarlo a la vida real.

A la hora de arreglarte, fíjate en la gente de tu alrededor que es como tú (edad similar, tipo corporal…). Fíjate en cómo se arreglan, cómo se mueven, y qué transmiten ¿Qué mejorarías en ellos? ¿Cómo te quedaría a ti su ropa? ¿Qué puedes hacer para mejorar tu imagen con cosmética, complementos, o trabajo personal? Quizá quieras ir al gimnaso para perder peso y moldear tu figura. Quizá quieras hacerte el láser, o buscar una peluca que no parezca que llevas un gato muerto sobre la cabeza. Quizá quieras comprar algún complemento específico para personas trans (rellenos para las caderas de las chicas, braguitas trucadoras, camisetas compresoras para los chicos, prótesis…). Incluso puedes contratar a alguna asesora de imagen que sea transfriendly, o ir a un curso de automaquillaje.

Error nº6: la ambigüedad, o ir saliendo del armario poco a poco.

Este error afecta en el 99% a las chicas trans, ya que en nuestra sociedad machista, hay un castigo mucho mayor para quienes se perciben como “hombres afeminados” que como “mujeres masculinas”.

Síntomas: has decidido que en vez de salir del armario de golpe, vas a ir poco a poco. Decides adoptar un estilo ambiguo, con ropas no tan masculinas, pero que siguen siendo aceptables para un hombre. Te depilas un poco las cejas y te pones laca de uñas transparente. También te haces agujeros en las orejas.

Consecuencias: la gente empieza a reirse de ti, a llamarte maricón, y tú no entiendes por qué, si tampoco vas tan mal.

Solución: no lo hagas. Sal del armario lo más de prisa posible.

“Con mi chándal y tacones, arreglá pero informal” ¿Has escuchado alguna vez esta expresión? Pues lo de “ir ambiguo” es más o menos lo mismo. Cuando Kim Pérez salió del armario, trababaja como profesora en un instituto. Para no alarmar a sus alumnos, ni a los padres, decidió optar por un estilo ambiguo. En chándal y con un collar de perlas, por ejemplo.

En la película “Normal”, la protagonista informa en su trabajo de que irá haciendo pequeños cambios en su vestuario, para que el cambio sea poco a poco. El primer cambio es ir vestida de hombre con unos pendientes brillantes de clip.

Finalmente, Caitlyn Jenner fue la comidilla de las revistas del corazón durante meses. Empezó haciéndose las cejas, se dejó el pelo largo, y se dejó crecer las uñas también. Todo el mundo hablaba y hacía chistecitos sobre ella. La jugada le salió bien, porque con el secretismo vendió una exclusiva por la que seguro que se sacó un pastón, y seguramente la veremos en varios reality shows. Cuando salió en portada de la revista Vogue, fue proclamada por todos los medios como la nueva heroína por los derechos de las personas trans. Sin mover ni un dedo.

De figura ridícula a mujer heróica, el cambio de la opinión pública sobre Jenner se debió a algo tan simple como pasar de esconderse (transmitiendo así el mensaje de que lo que estaba haciendo era algo vergonzoso), a afirmar su personalidad “Llamadme Caitlyn”

Conclusión: no seas la Caitlyn que se escondía, y de la que todos se reían. Se la mujer orgullosa que realmente eres. Respétate a ti misma, y los demás te respetarán también. Al menos, la mayoría de personas que importan (a los demás, que les den por donde amargan los pepinos)

Error nº7: retroceder por miedo.

Este es un error que también suele afectar en su gran mayoría a las mujeres trans. Por el mismo motivo que el anterior.

Síntomas: ya has dado tus primeros pasos. Lo has hablado con tu familia y con los amigos cercanos. Has empezado a ir al psicólogo y todo va bien. Pero en tu interior empieza a crecer la angustia…

Puede que durante este proceso conozcas a una nueva pareja, una persona especial (normalmente, una mujer) que te haga pensar que por ella podrías contenerte. Puede que estés esperando a que la ocasión ideal aparezca, pero siempre sucede algo imprevisto que hace que tengas que retrasarlo.

Sea lo que sea, empiezas a plantearte ¿por qué no seguir como estaba un poco más de tiempo? ¿Y si no soy feliz? Realmente, mi vida no es tan mala, y si continúo, no sé qué va a pasar.

Consecuencia: pasan los años, cada día eres un poco menos joven. Te empiezas a preguntar qué habría pasado sí… Te traviste en la intimidad. Te deprimes. Sientes una envidia inmensa de la gente que sí lo ha hecho. Sientes ganas de llorar. Tienes miedo. Un día, no aguantas más, y explotas. Te intentas suicidar. O te decides por fin a salir del armario, con la amargura de haber desperdiciado todos estos años pasados, y de tener que ver la huella que han dejado sobre tu cuerpo.

Solución: no lo hagas. En serio, no lo hagas. No merece la pena. No es sólo que tienes derecho a ser quien eres, sino que, además, puedes ser quien eres. Puedes ser feliz siendo quien eres. El mundo no se va a venir abajo. Te lo digo en serio, hay al final del tunel, y lo que encontrarás allí, va a ser increible.

Sigue conmigo a través de este curso, y luego continúa en contacto. Forma parte de mi tribu, conoce a otras y otros como tú. Dame la mano y acompáñame. Este es el viaje de tu vida


 

¿Te has reconocido en alguno de estos errores? Si es así, bienvenido o bienvenida al club. La mayoría de las personas trans que conozco, inlcuido yo mismo, hemos caido en varios de ellos, y nos han causado mucho dolor, sufrimiento, y la pérdida de un dinero que no teníamos, y de un tiempo que no volveremos a recuperar.

Sin embargo, a lo largo de estos años acompañando a personas trans en su transición, he aprendido que todos ellos tienen solución. En uno de los próximos correos te contaré la metodología que he utilizado para acceder a los tratamientos médicos cuanto antes, sin tener que seguir los protocolos de la UTIG, y sin arruinarme por el camino, y después, te enviaré enlaces a los post más útiles que he escrito sobre los otros temas.

Errar es de humanos, rectificar es de sabios, y aprender de la experiencia de los demás para no caer en lo mismo, es todavía mejor.