El matrimonio trans como imposiblidad

Una y otra vez, vuelvo la vista atrás, al mes de septiembre de 2008. Unos días después de decir a mis padres que era trans, e iniciar un cataclismo familiar en el que, sin embargo, yo no tuve responsabilidad ninguna (porque es muy fácil para las personas cis echarnos la culpa a los trans de su propia transfobia, pero no es correcto), mi madre me dijo que sería mejor que vendiese mi ajuar, ya que de todas formas, yo no me iba a casar. Porque nadie iba a querer a la cosita intermedia en la que iba a convertirme, porque nunca iba a irme de casa, y porque todas las cositas intermedias son un poco putas y viciosas, tan sólo piensan en sexo y drogas, y no se comprometen con nadie. Para mi madre, el «matrimonio trans» era algo que no podía ocurrir.

Mirando atrás, se me ocurren muchas ideas. Ideas amargas. Me pregunto cuanto más fácil y más agradable habría sido mi vida si mis padres hubiesen creído en mí en algún momento. Si en vez de repetirme constantemente que yo no valía para nada, y que nunca podría tener una vida independiente, me hubiesen dicho que yo podía llegar hasta donde me propusiera. Pero esta entrada no es para eso.

Esta entrada es para contarte que me casé el día 29. Si me sigues en Facebook o en mi lista de correo, ya lo sabes, y si no, te lo cuento ahora.

29 de enero de 2016. De lo imposible a lo inevitable.

Karen y yo nos casamos el día 29 en la oficina del Registro de South Queensferry, un pueblo cercano a Edimburgo, que depende del ayuntamiento de Edimburgo. Fue una boda muy pequeña, como nosotros queríamos. 12 invitados, Karen y yo. No estaban todos los que nos habría gustado tener ese día, porque muchos amigos y amigas no pudieron venir de España, pero sí que queríamos que estuviesen todos los que vinieron. Hacía bastante frío, como es de esperar en pleno invierno escocés, pero no llovió… mucho. En las fotos se puede apreciar un trocito de cielo azul de vez en cuando.

 

Después, fuimos a comer a un restaurante de por allí cerca (el Antico, para más señas), donde había reservado una mesa. La comida estaba buenísima y acabamos todos empachados. Hasta la comida del menú sin gluten estaba buena. La tarta de bodas era una tarta normal de una pastelería, con cobertura blanca, y una figurita que compramos en una tienda de regalos, que nos gustó porque luego podríamos ponerla en la habitación. Para ser honesto, tengo que decir que al principio íbamos buscando una figura de Leia y Han Solo, o de Padme y Anakin, pero no encontramos ninguna que nos convenciese, y al final nos compramos esa otra. Lo más gracioso es que, siendo una figura diseñada especialmente como «cake topping», en la caja advertía que la resina de la que estaba hecha no se podía poner en contacto con la comida. Lo solucionamos llevándonos un rollo de film transparente al restaurante.

Las fotos las hizo mi cuñado. El maquillaje y el peinado, la mujer de uno de mis amigos. Para la fiesta, reservamos una habitación en el pub al que vamos siempre, que permite reservar mesas, o la habitación, de manera gratuita. La música la pusieron los Absent Friends, que son nuestro grupo preferido de música en vivo, y que, por casualidad tocaban ahí ese día. Fue pura suerte… Se les puede contratar para que toquen en bodas y eventos, pero nosotros los tuvimos de gratis. En YouTube podéis ver algunos videos suyos.

Fue una boda totalmente Low Cost. Tanto que nuestro presupuesto no se ha visto resentido, y gracias a los regalos de nuestros amigos, tuvimos un gran viaje de novios en Tenerife.

Ahora, de vuelta a la realidad.

Pertenecer al club…

Se sigue poniendo en cuestión el matrimonio homosexual. También se sigue poniendo en cuestión si el matrimonio con una persona trans no es una forma de matrimonio homosexual encubierto.

En cierto modo, mi madre llevaba razón: las personas de los grupos GLBTI no se casan. Pero creo que es necesario ampliar la foto. No se casan, porque en la mayor parte de los casos, no les dejan.

Ahora que ya estoy a este lado de la linea que separa a los casados de los solteros, puedo responder a algunas de las grandes preguntas relacionadas con el matrimonio ¿Qué se siente perteneciendo a ese club selecto (el club de los casados) al que, según algunos, yo no debería poder pertenecer? O, visto desde otro prisma ¿Qué se siente al haberse incorporado a la institución patriarcal del matrimonio? Respuesta: exactamente lo mismo que antes, sólo que con más derechos. Ahora, si Karen consigue un trabajo fuera de la UE (las enfermeras suelen ser bienvenidas en casi todos los países, por lo que ella tendría más posibilidades de conseguir una visa de trabajo que yo), podría irme con ella apelando a la reunificación familiar. Antes, no. Ahora, si algo me pasara, mis padres ya no serían mis familiares más cercanos, sino que es Karen. Por fin, después de años, puedo dejar de preocuparme por el nombre que aparecería en mi tumba en caso de que muriese mañana.

Otra gran pregunta es ¿Han perdido su dignidad las personas casadas que están a mi alrededor? ¿Han perdido el significado sus matrimonios y sus familias? La respuesta es, definitivamente, no. Que yo me haya casado o no, no les ha afectado lo más mínimo. El impacto social ha sido totalmente nulo.

Lo único que ha significado este matrimonio es que nos queremos y somos una familia. Quienes no estén de acuerdo en eso, deberían dejar de meterse en la vida de los demás. Deberían sacarse de la cabeza las fantasías sexuales que puedan tener sobre cómo puede ser nuestra vida, y dejarse de generar odio para centrarse en generar más amor.