El fin de semana pasado fui a Madrid para la 1/2 jornada de transexualidad madrileña (o algo así se llamaba). Allí fui recibido calurosamente por el Dr. Becerra y por María Jesús Lucio, con quienes mantuve una interesante charla que, sin embargo, quedó sin conclusión, por lo que me gustaría hacer algunas apreciaciones ya que he visto que se está abriendo un cierto debate al respecto.
Sostiene el Dr. Becerra que su trabajo es ayudar al que se lo pide (también aclaró que al que no se lo pide, no), pero cuando le señalé que los usuarios que acuden a la UTIG buscando tratamientos médicos no pueden acceder a él, porque no se les da cita con él, sino con un psicólgo (también podría haberle señalado que los servicios de salud no son una ONG, sino que está financiados con cargo a los Presupuestos Generales del Estado, y de la Comunidad de Madrid, y que no se trata por tanto de «ayuda» sino de la prestación de servicios sanitarios que ya hemos pagado, pero no tenía lugar para hacer frases muy largas), intervino María Jesús diciendo que eso era «por el protocolo».
Yo no soy paciente de la UTIG, pero ya me habían informado de que esta señora, ante cualquier objeción que se le presenta sobre el funcionamiento de la UTIG, dice que tienen que hacerlo así «por el protocolo». Siempre que alguien me relata una conversación de estas, yo le digo «¡pero si no hay protocolo!», y, la verdad, estaba deseando poder decírselo también a María Jesús. Así que tener esta oportunidad, fue un gran regalo para mí.
En cambio a ella, no debió hacerle mucha gracia mi respuesta, porque cuando le dije «¡Pero si no hay protocolo!», realizó las siguientes afirmaciones:
1) Dijo que soy un mentiroso
2) Me acusó de utilizar esas mentiras para lucrarme atrayendo más clientes hacia mi tienda virtual.
3) Afirmó que no tenía por qué darme explicaciones porque yo no soy nadie.
4) Argumentó que yo tengo el mismo derecho a pedirle el protocolo, que ella a pedirme mi declaración de la renta.
Como no tuve oportunidad de responder convenientemente, y como me consta que lo de llamarme «mentiroso», y de paso, afirmar que tengo muy poca educación, se ha convertido en una especie de consigna que se está extendiendo hasta lugares insospechados, he pensado que sería conveniente dar una explicación razonada sobre estas cuestiones, para quien la pueda leer y entender.
Así que hoy voy a explicar qué es un protocolo. Informalmente hablando, hay dos tipos de «protocolo». Uno es un documento de tipo interno, que solemos usar los profesionales de todo tipo (yo mismo uso protocolos, aunque trabajo a un nivel muy modesto) ya que sirven para automatizar algunos procesos, aumentar la eficiencia y la productividad, y disminuir el esfuerzo y los recursos empleados. Una empresa muy conocida que utiliza este tipo de documentos, es McDonalds. En McDonalds, todos lo empleados conocen cual es el orden y la forma de atender a un cliente, desde que atraviesa la puerta hasta que vuelve a salir, así como los métodos para hacer las hamburguesas, o para la limpieza.
La UTIG, al igual que muchos otros departamentos hospitalarios, tiene unos protocolos de este tipo (como se indica en el documento que muestro a continuación). Se trata de un documento redactado por los propios empleados de la Unidad, y de carácter orientativo. Eso significa que ellos mismos pueden revisar dicho documento e ir modificándolo para que la práctica sea cada vez mejor (si son unos buenos profesionales, además, deberían realizar estas revisiones con cierta frecuencia, ya que la práctica profesional cambia muy rápido, en una sociedad que está cambiando vertiginosamente, y en la que los avances tecnológicos son apabullantes). También significa que si se «saltan» los protocolos, no pasa nada. Saltarse los protocolos para adaptarse a las demandas de los usuarios y dar un mejor servicio, no es malo. Simplemente significa que los protocolos se deben revisar.
Así pues, estos protocolos de referencia, cuando se usan, no pueden entenderse como creadores de la obligación de que la persona que desea recibir la «ayuda» del Dr. Becerra se vea obligada a ir primero a un psicólogo, durante un año, o durante el tiempo que al psicólogo (o a los psicólogos, o a María Jesús) le de la gana.
Existe otro tipo de protocolos, que son los protocolos oficiales. Estos protocolos, que deben elaborarse con un mayor rigor, siguiendo un procedimiento determinado, están registrados por la Administración, y sí que deben ser cumplidos, tanto por médicos, como por pacientes (aunque, por supuesto, en esos documento no pueden imponerse condiciones que sean ilegales). Principalmente, son un instrumento de defensa. Así, si se me están exigiendo cosas fuera del protocolo, yo puedo reclamar por abusos médicos. Si el protocolo incluye prácticas abusivas, las puedo reclamar con más motivo (más facilidad para probarlas), y si el paciente pretende reclamar por mala praxis médica, el médico que haya seguido el protocolo, podrá ampararse en que lo estaba haciendo bien.
Cuando María Jesús dice que algo no se puede hacer «por el protocolo» se refiere, precisamente, a este segundo tipo de documento: un protocolo oficial de la Comunidad de Madrid, cuyo cumplimiento es obligatorio. Ese protocolo, no existe, y aquí está la prueba de que no hay tal protocolo (pincha en la imagen para ampliarla):
Así que va a resultar que aquí el que miente, no soy yo, si no María Jesús. Por supuesto, siempre hay tiempo para que hagan un protocolo oficial. A mí me gustaría que lo hicieran, y tengo entendido que según la ley lo tienen que hacer. Tal vez incluso sostengan que cuando se redactó esa carta no había protocolo, y ahora sí lo hay, pero después de haber estado oyendo hablar durante años de un protocolo que resulta que no existe, el que pretenda que me crea que se ha elaborado un protocolo oficial (en un pasado reciente, o en el futuro), tendrá que enseñármelo. Con los sellos del registro de la Comunidad de Madrid, y con una copia para que pueda confirmar con la señora Elena Juarez que se trata de un protocolo oficial, y no de otro de esos protocolos internos que se pueden utilizar, o no utilizar, como guía. No pido nada que yo mismo no ofrezca.
Esto me lleva a la segunda cuestión. En realidad ¿quien soy yo para exigir nada? Yo no soy nadie, según María Jesús. Además, es verdad. No soy nadie. Carezco de poder, y tan sólo puedo representar a mi asociación después de haber acordado con mis compañeros lo que voy a decir. Normalmente, no me represento más que a mí mismo. Sólo soy un hombre transexual.
Sin embargo, María Jesús y el Dr. Becerra sí que sabían exactamente quien soy (me reconoció antes ella a mí, que yo a ella), y fueron ellos los que se acercaron a darme unas explicaciones que yo no pedí. Fue María Jesús la que me ha acusado de mentir cuando decía la verdad. Yo simplemente demuestro mi inocencia, y que la que mentía era ella.
Una idea un poco extraña es la de que todo esto lo hago para promocionar mi tienda online de productos para mujeres y hombres trans. Al parecer, tener una tienda de este tipo es incompatible con el activismo. Yo me pregunto cual es exactamente el problema ¿Le molesta a María Jesús que una persona transexual sea empresaria y viva de su trabajo? ¿O lo que le molesta es que trabaje para las personas transexuales? ¿Le parecería más correcto que cerrase la.trans.tienda?
Lo cierto es que, en realidad, para mí sería mucho mejor estar de lado de las UTIG. Alabarlas y decir que son una gente maravillosa, para que me invitasen a hablar a muchas conferencias, y dijesen lo majo y lo simpático que soy. Los médicos son unos prescriptores muy importantes, y establecer una relación «yo te rasco la espalda a ti, y tú me rascas la espalda a mí», sería muy rentable para mí en términos económicos. Básicamente, posicionarme contra la UTIG, me está costando dinero (y posiblemente, bastante).
Pero en realidad, sospecho que no estábamos hablando de eso. Lo que ella quería decirme es que somos iguales. Que, al igual que ella, yo me lucro de la desgracia de las personas trans, y que igual que ella se inventa sus estrategias para atraer y controlar su clientela, yo también estoy inventándome las mías. Por eso, para ella es lo mismo que yo le pida el protocolo de la UTIG, que si ella me pide a mí la declaración de la renta.
En la distinción entre entre público y privado, mi declaración de la renta y el protocolo de la UTIG, son ambos documentos privados. La tienda es mía, y la UTIG es suya. Aunque mi tienda me la pago yo, y la UTIG… bueno, también la pago yo (y tú, que estás leyendo esto, también). Alguien debería decirle que el régimen señorial, aquel en que el Rey vendía los puestos de funcionario a nobles y burgueses acaudalados, que los adquirían en propiedad, ya han pasado. Ahora los funcionarios son servidores públicos, y la Ley confiere a los ciudadanos determinados derechos, que se corresponden con determinadas obligaciones de los empleados públicos.
Por ejemplo, el artículo 35.g de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo común establece que los ciudadanos, en su relación con las administraciones, tendrán derecho «a obtener información y orientación acerca de los requisitos jurídicos o técnicos que las disposiciones vigentes impongan a los proyectos, actuaciones o solicitudes que se propongan realizar».
Llegados a este punto, quisiera hacer notar al lector, o a la lectora, que cuando se habla de normas, ya sean leyes o de otra clase, no tienen por qué creerse lo que nadie les diga. Si, por ejemplo, el Dr. Becerra dice que la ley obliga a que las personas transexuales que quieran hormonarse tienen que estar como mínimo un año acudiendo a la consulta de un psicólogo de la UTIG, hasta obtener un diagnóstico psicológico, que te diga en qué norma está eso escrito. A poder ser, que hable con la asistenta social del Hospital y le pida que tenga preparadas todas esas cosas, para que te las pueda enseñar e incluso darte copias. Esto va especialmente para el chico guapo de la camisa de cuadros que decía que Nuria es muy buena, y que si no le dio el diagnóstico el primer día es porque no puede, por ley, la pobrecita, no porque no quisiera. Como estudiante de derecho, acostúmbrate a leer todas las normas que te sean aplicables, y verás como tus notas suben como la espuma.
A parte de eso, me parece genial que él, o cualquier otra persona, esté feliz de ir a la UTIG, pero al menos que sepan que les están engañando.
Así que, creo que con esto puedo cerrar ya esta larga aclaración, con las siguientes conclusiones:
1) Queda demostrado que el protocolo no existe. Yo no miento, los empleados de la UTIG, sí.
2) Yo soy un ciudadano, y cuando exista relación con la Administración de Salud de Madrid, tendré derecho a pedir el supuesto protocolo de actuación que la rige. En las jornadas no lo habría pedido, si no se me hubiesen ofrecido explicaciones que yo no iba buscando ese día. Gracias.
3) Utilizo la palabra «empleado» de la UTIG, puesto que eso es lo que son: empleados públicos al servicio del ciudadano. Profesionales, somos los autónomos que desarrollamos nuestra actividad de manera independiente. No deja de llamarme la atención que se visualice mi actividad profesional hacia las personas trans como aprovecharme de ellas, y sin embargo, nunca se haya visualizado mi actividad profesional en la ferretería como «aprovecharme de las pobres personas que se les rompen cosas en casa y las tienen que arreglar». Se me ocurren varias ideas al respecto.
4) Mi declaración de la renta, así como mis recibos de la Seguridad Social, facturas con proveedores, etc, forman parte de mi relación personal con la Administración (de hacienda, y de la seguridad social), y tengo derecho a guardala para mí. En cambio, las normas de la UTIG, forman parte de la relación entre la Administración de salud de Madrid, y los usuarios de los servicios de la misma, y los empleados de la UTIG no tienen derecho a guardarlas para si, sino que deben mostrarlas a cualquier ciudadano que lo solicite.
Bueno, al menos mi aparente atractivo físico no ha salido mal parado. Gracias por el piropo, en cualquier caso. Incluso pese a que contribuya a completar una idea simplista de la (también aparente) escasa inteligencia que lo acompaña. Antes de proceder a contestar por alusiones quiero especificar un par de cosas: llegué a tu blog mucho antes de empezar mi relación con la UTIG madrileña, y he encontrado muchas de tus entradas muy útiles informativamente e interesantes (también, o incluso más, en el caso de aquellas con las que discrepo total o parcialmente). Cumple una labor encomiable para con todo aquel que pretenda tener una idea parcial, subjetiva, pero hecha con tesón y mucho trabajo detrás del panorama trans* en España, y por ello te doy las gracias sinceramente. Y en segundo lugar, son casi las 6 de la mañana de un sábado, estoy desvelado después de salir y… en fin, es harto probable que cometa errores de expresión o haya lagunas de cierto calado en lo que diga.
En primer lugar, no doy saltos de contento por tener que ir a la UTIG y me lo he pensado muy mucho antes de hacerlo. Pero es lo que el Estado pone a nuestra disposición a modo de prestación que, por supuesto, nosotros mismos financiamos, en base a una ley que nos toma, cuanto menos, por «inestables» -de ahí, sin duda, el de todo punto exagerado requisito de haber seguido el tratamiento hormonal durante dos años para poder solicitar el cambio registral. Y siempre que se ha aludido a la ley dentro de la UTIG he expresado esta opinión al respecto. No, no es un sistema perfecto. Sí, muchos estamos perfectamente capacitados para «autodiagnosticarnos» sin riesgo alguno de arrepentimiento ni expectativas absurdas que ningún tipo de tratamiento pueda cumplir. La ley es tremendamente imperfecta y nos arrebata gran parte de nuestra agencia, pero es lo que hay, al menos por el momento. Así de simple. A lo que podemos aspirar de manera ideal es a que se adopte una similar a la argentina contando con las infraestructuras con las que ésta no cuenta, pero en cualquier caso es una de las mejores legislaciones del mundo en la materia, simple y llanamente. La mayoría de mis amigos trans* son de otros países y necesitan un informe psicológico en cualquier caso y además tienen que pagarse el tratamiento de su bolsillo SÍ O SÍ, sin tránsito burocrático que lo evite posible y sin ser debidamente informados de las circunstancias de su tratamiento en muchos casos. Y no, jamás se me ha hablado dentro de dicha UTIG del protocolo como algo no estrictamente interno ni absolutamente inamovible que excusa de manera heterónoma todo lo que pueda mejorarse dentro del funcionamiento de la misma, sino de la falta de medios y la necesidad de la existencia un protocolo interno para la optimización de los mismos. Desde el principio se me ha especificado que dicho protocolo es así porque así lo han decidido los integrantes de la UTIG, si bien ha cambiado mucho desde que la UTIG comenzó su andadura y está sujeto a un continuo cambio en búsqueda de algo mejor, según sus palabras (y por el momento no tengo motivos para dudar de la sinceridad de las mismas).
No obstante, pese a lo consciente de que la actual situación de las personas trans en España no es la ideal (sí infinitamente mejor que la previa a la Ley 3/2007 y que la de la inmensa mayoría de los países) y en honor a mi propia experiencia, el balance de mi paso hasta ahora por la UTIG es, sin lugar a dudas, positivo. Ni se me ha exigido (ni sugerido siquiera) emular un ideal absurdo de masculinidad irreal y estereotipada, ni se me ha interrogado sobre asuntos personales que no vengan al caso ni tengan relación alguna con lo que me ha conducido a la UTIG, ni se me ha tomado por idiota, ni se me ha faltado al respeto, ni se me ha dejado de informar de todos y cada uno de los pasos, efectos y circunstancias del tratamiento tanto si lo he solicitado o estimado necesario como si no. Este hecho ni me ciega ante las imperfecciones del sistema ni me impulsa a alabar a nadie hasta el fanatismo. Sólo puedo decir cosas positivas con respecto al trato que me ha dispensado Nuria (y menciono explícitamente su caso porque es el que tú sacas a colación y también la persona con la que más he tratado) porque, aunque quede poco subversivo, afirmar esto es lo único honesto y coherente en mi caso particular, y negarlo sería faltar a la verdad y a mis propios principios. Como ya os comenté, con esto no pretendo invalidar las experiencias negativas o positivas al respecto de otros dentro de la UTIG ni las opiniones desde una perspectiva interna o externa, como es tu caso, sino aportar la mía al conjunto, en caso de que interese. Sin extremismos, sin desmerecer las ideas que no coincidan total o parcialmente con las mías y sin tildar a nadie que no conozco personalmente de tonto (o, cuanto menos, sugerirlo bastante abiertamente).
De verdad, valoro y admiro la cantidad de tiempo, valentía y esfuerzo que pones en defender tus ideas contra viento y marea -pese a que eso te impida detenerte en los matices de las de otros (o al menos, de las mías, tal y como me expresé aquel día)- con el objetivo de mejorar las condiciones de las personas trans* según tu propia perspectiva al respecto. Pero creerte poseedor de un especial status que te permita darme lecciones (haciendo uso de formas imperativas, muy conciliador y nada arrogante por tu parte) para que mis notas suban como la espuma (algo complicado, considerando que ya tengo una media de 9) y sacarme a colación para presentarme de una manera tan unidimensional, simplista y sesgada y poniendo en mi boca cosas que no he dicho es algo que no aporta absolutamente nada a tus objetivos y argumentos ni sirve para ilustrarlos, sino para reafirmar tu postura ridiculizando la de otros. Y me fastidia especialmente porque sé que eres perfectamente capaz de justificarla y argumentarla sin tirar de recursos tan maniqueos que perjudican a la validez y coherencia de tu mensaje de manera harto innecesaria.
Así que lo dicho, gracias por el piropo, y espero que te haya quedado clara ahora mi postura, reconozco que no me expresé tan bien como hubiera deseado por exigencias de tiempo y porque me puse algo nervioso (a lo cual contribuyeron las interrupciones continuas llegado a cierto punto de mi intervención). En cualquier caso, no pretendo establecer una suerte diálogo en torno al asunto porque me he limitado a publicar un comentario para aclarar esto, no para entrar en ninguna discusión al respecto, pero si por algún motivo quieres hacerlo te agradecería que fuera vía e-mail (que supongo que tienes porque se me ha pedido para poder comentar y que si no, puedo facilitarte) y no de manera tan pública.
Muy buenas:
Lo primero, muchas gracias por tu comentario, y mil perdones por haber tardado tanto en responder. Por una parte, suelo ir bastante justo de tiempo, pero por otra parte, he estado con el ánimo bastante bajo por este tema y no me veía con buen ánimo para continuar el debate ¡Lo siento! De hecho, cuando escribí la entrada a la que respondes ya estaba regular, y cuando estoy mal cometo errores y me vuelvo agresivo y ofensivo, como bien señalaste. Así que me pareció que era mejor hacer una pequeña pausa y seguir después.
En mi opinión, tienes un error de perspectiva de base: la UTIG no se puso en marcha tomando como base la Ley 3/2007, que, como sabes, es una ley que afecta únicamente al Registro Civil, y a nivel nacional. No se trata pues de una Ley que pueda establecer una regulación en materia médica, y de hecho, no lo hace (y aquí es donde me entra la duda de si te has leído la Ley 3/2007, o, en caso de que la hayas leído, cómo has llegado a la conclusión que la UTIG de Madrid está diseñada en base a esa Ley, de ahí mi comentario de que leyeses las leyes, cosa que sigue siendo una buena práctica para todo estudiante de derecho, incluso para los que no necesitan que sus notas suban todavía más).
La UTIG de Madrid se creó en base a la Resolución Núm. 19/2006 del Pleno de la Asamblea [de Madrid], sobre Proposición no de Ley 42/2006 RGEP.6531 y 43/2006 RGEP.6641, que puedes encontrar en el Boletín Oficial de la Asamblea de Madrid de 8 de junio de 2006 (mucho antes de que se aprobase la Ley 3/2007, de 16 de mayo). Esta resolución dice:
«3.- La creación, antes de que finalice la presente Legislatura, dentro del Servicio Madrileño de Salud, de una Unidad multidisciplinar específica para los problemas de identidad de género, donde se preste toda la atención sanitaria específica que requieren estos pacientes, incluida, en su caso, la cirugía de reasignación de sexo.
4.- Que se establezcan, dentro del Servicio Madrileño de Salud, los criterios, protocolos y procedimientos adecuados, basados en el amplio consenso científico para el tratamiento integral de esta situaciones.»
Como ves, no se trata de una resolución que parta del presupuesto de nuestra «inestabilidad mental» (no exige que sea necesario obtener un diagnóstico de tipo psiquiátrico antes de poder acceder a los tratamientos, por ejemplo), sino que deja que la práctica en dicha unidad se realice en base a unos protocolos «adecuados». Protocolos que 6 años más tarde, continúan sin existir.
La UTIG podría funcionar de cualquier otra manera. De hecho, si funcionase de acuerdo a la Ley permitiría el acceso a los servicios que presta a todas aquellas personas que lo solicitasen, y entre ellos habría un servicio de atención psicológica y otro de atención psiquiátrica, que sería un apoyo para aquellas personas que lo solicitasen, y no un Cancerbero cuya labor principal consiste en impedir que la gente acceda a los tratamientos. Claro que si a los profesionales de la UTIG les importase la Ley sólo un poquito, para empezar tendrían los protocolos que se supone que deben tener, y María Jesús no estaría trabajando ahí (ni tampoco ejerciendo de cancerbera mayor) teniendo en cuenta que no dispone de la titulación adecuada. Pero como en este país las normas son sólo para que las cumplamos los desgraciados que no tenemos poder, pues así van las cosas. Y como a mí todavía me faltan 7 años, con suerte, para poder terminar la carrera, y ni yo, ni ningúna de las personas de Autonomía Trans, ni la asociación en si misma, tiene ni tiempo, ni dinero, ni posibilidad alguna de buscar a un abogado que lleve a juicio a toda esta gente, las asociaciones grandes están encantadas con la UTIG y el Dr. Becerra, y de Ródenas lo único que sé es que nunca ayudó a nadie que yo conozca, y va a las conferencias a hablar de los casos que ha perdido (¿será que nunca ganó ninguno?), así que las cosas seguirán así durante mucho tiempo más.
Claro que en realidad, no sé por qué me preocupo, ya que al parecer no sólo es que todavía no haya aparecido la persona que tenga la posibilidad de denunciar todas estas cosas de la manera conveniente, sino que la mayoría de las personas trans de Madrid desean que continúen así, como ha quedado demostrado al ver el amplio apoyo recibido por la proposición de Ley Antonelli-Saénz.
A partir de ahí, expresiones como «es lo que hay» o «en otros países están peor», son sólo pensamientos conformistas para no tener que luchar por algo que en realidad no se quiere. Porque lo que hay es lo que hay hasta que unx mismx hace que haya otra cosa (o hasta que viene alguien y te lo arrebata), y porque estar tan mal como los demás no es un objetivo aceptable, sino que se debe aspirar a que todxs estemos lo mejor posible.
Te han dicho que «[el protocolo] ha cambiado mucho desde que la UTIG comenzó su andadura y está sujeto a un continuo cambio en búsqueda de algo mejor», y que no tienes motivos para dudar de la palabra de quien te lo ha dicho. Ahora, por mi parte, yo te digo que hace cuatro años que sigo la actividad de la UTIG de Madrid, y el trato a los pacientes en la UTIG no ha mejorado desde que se creó, sino que ha empeorado (antes, en tres meses tenías el diagnóstico para empezar a hormonarte. Ahora, de entrada, te dicen que como mínimo vas a estar un año, aunque hay casos que han conseguido el diagnóstico en seis meses, especialmente cuando se trata de personas jóvenes y con una apariencia y rol de género que agrada a los empleados de la UTIG, y han sacado nuevas «pruebas de evaluación» estúpidas, como la humillante «por qué no soy una gay» que no sé si tendrá su contrapartida «porqué no soy un lesbiana», y que también merecería ser denunciada ante la comisión deontológica del colegio de psicólogos de Madrid, a ver qué opinan). No tienes que creerme a mí, ni tienes que creerles a ellos (aunque a mí, hasta el día de hoy, nadie me ha visto pasarme las normas por el arco del triunfo, como hace esta gente): haz tu propia investigación.
La UTIG de Madrid no está saturada ni les faltan medios. Lo que les faltan son las ganas de tratarnos como a seres humanos. En Argentina la ley funciona, y las infraestructuras se están creando. La gente accede a las cirugías en cuestión de meses, y a su propia petición. Nadie piensa que las personas trans de Argentina se «autodiagnostiquen», porque, para empezar, la Ley de Argentina no es una ley sobre transexualidad: la palabra «transexual» no aparece ni una sola vez. Se habla, simplemente, de la posibilidad de acceso a los tratamientos necesarios para que la persona pueda desarrollar su identidad de género (parafraseo, que ya he buscado suficientes normas por hoy y a este paso voy a estar escribiendo esta respuesta hasta mañana).
Para terminar, también se que hay bastante gente que está «satisfecha» con como están las cosas en la UTIG y que no tienen nada malo que decir. Ocurre lo mismo en la UTIG de Málaga (Madrid, Málaga y Barcelona son las que más críticas reciben. Asturias también es criticable por otros motivos, y de hecho ha sido denunciada por una usuaria que ganó el juicio y obtuvo una sentencia muy interesante que viene a decir que la cirugía de reconstrucción genital es una prestación de la Cartera Básica de Servicios del SNS, pero eso ahora no viene al caso). Me consta que hay uno o dos modelos de pacientes que son los considerados «auténticos transexuales» en estas instituciones (siguiendo los criterios de Harry Benjami y el Dr. Money en los años 50 del S. XX, que hoy en día a penas han sido actualizados). Todos los servicios están diseñados para satisfacer las necesidades de estas personas, por lo que es lógico que les satisfagan. El problema es que una gran parte de las personas trans no nos ajustamos a estos modelos de «transexualidad verdadera» y no sólo no se nos satisface, sino que se nos provoca sufrimiento e incluso se produce la denegación del acceso a los servicios públicos en base a la arbitrariedad de considerar que una transexualidad es «verdadera» y la otra es menos digna de respeto, atención y reconocimiento.
Entiendo que las personas que encajan en este sistema no se sientan interpeladas en la lucha por los derechos de quienes se están quedando fuera. «Yo soy transexual y el sistema me ha reconocido, por lo que el sistema funciona y las personas que se quedan fuera, por algo será», es un pensamiento lógico y habitual en personas que habitamos una sociedad en la que se presume que el método científico es siempre objetivo, y los médicos, casi infalibles. Entiendo que hay muchas otras causas por las que luchar (como la causa de encontrar un empleo para uno mismo, y de hacer la propia vida una vida vivible).
También entiendo que muchas personas trans tienen miedo a que, por incluir a otras personas que no son como ellas, se pierda lo poco que hay (no digo que tú seas una de ellas, pero las hay). Sin embargo, este sistema, que nos clasifica como enfermos, nos estigmatiza ante el resto de la sociedad, establece que discriminarnos en el acceso a la atención sanitaria no es discriminación, nos impide el acceso a una segunda opinión médica y también a reclamar (porque si reclamas contra el único médico que te puede atender, sabes que te vas a quedar sin atención médica) y que, encima, le pone muy fácil a los políticos utilizarnos como arma arrojadiza y controlarnos a través del chantaje y el miedo («si os portáis mal, os quitamos la UTIG», «somos el partido salvador que eliminará el gasto superfluo de la UTIG», «somos el partido salvador que mantendrá la UTIG mientras esté mandando»), no es un buen sistema. Un sistema que está basado en la insititucionalización de la discriminación en la atención sanitaria por motivo de identidad de género como un objetivo de salud mental, no es bueno para nadie y debe ser reenfocado a un sistema que nos conduzca a la igualdad con el resto de la población. Un sistema sanitario para todos, como el de Argentina, en lugar de un macro sistema sanitario para toda la población, y un microsistema sólo para transexuales. No sólo es justo, sino que es el único sistema que se adecua a las leyes que ya existen.
P.D. Sí que me sale tu dirección de e-mail en los comentarios, así que te envío copia por correo electrónico.
Hola Pablo, me llamo Mar, activista LGTB y militante en ELAES-IU.
Estoy comenzando a hacer un trabajo para clase sobre las UTIG en Madrid (como lugares desde los cuales se ejerce la imposición del género binario basada en estereotipos y existen puestos de trabajo desde los que se juzga si las personas que acuden son lo «suficientemente hombres o mujeres» como para recibir un tratamiento).
He leído el blog y he comprobado que tú y la persona que dijo que trabaja en la transtienda tenéis mucha información sobre las UTIGS en Madrid. Quería preguntarte si puedes mandarme información sobre el tema.
Hola Mar ¿Eres de ELAES-IU, o de ALEAS-IU? Lo pregunto porque no sé si te has confundido al teclear, o eres de un grupo que no conozco (es que en ALEAS sí conozco a alguna gente). La persona que trabaja en la.trans.tienda soy yo (estoy en muchos sitios, es que trabajo bastante). A parte de la información que hay en esta entrada, puedes encontrar más información (dispersa) en el blog de la asociación Conjuntos Difusos-Autonomía Trans (de la que soy co-presidente, y también administro el blog, y el correo electrónico).
Puedes encontrar algunas referencias por aqui:
Manifiesto contra el test de la vida real: http://www.autonomiatrans.es/2011/04/
Presentada queja en la oficina del defensor del pueblo: http://www.autonomiatrans.es/2011/06/presentada-queja-en-la-oficina-del-defensor-del-pueblo/
Si quieres, también puedes escribirme a mí a recibomicorreo (arroba) gmail (punto) com
Gracias! te he respondido al correo que has puesto.
(Aplausos) .. no solo aplican el protocolo que les viene en gana , sino que además, el tratamiento por parte de la gestora de pacientes y el psicólogo es notablemente inadecuado/obsoleto, este no es el único fallo de estos señores empleados de la comunidad de Madrid. Cualquier pacient@ que ha pasado o está en manos de la Utig tiene mas documentos como el que has publicado que demuestran las fechorías de estos señores que deberían estar AYUDANDO. Gracias por compartir y a por ellos.
Está claro que cada cual posee su propia experiencia y desde ella se es capaz de opinar y decir lo que se desee. Tú por supuesto, también. Faltaría mas. En cualquier caso y desde mi distancia del tema, opino que todo lo que dices es muy valiente por tu parte y si no hay nadie que tenga el valor de hacerlo, puede que sea por miedo, o por temor a posibles represalias o eternos atrasos en los procesos en los que aún se encuentren con su vinculacion a la unidad. Asi que respetables, por supuesto, pero, sobre los que se puede opinar, claro está. Afortunadamente existen personas como tú, implicados en la defensa de los asuntos de otros compañeros y compañeras (porque tú no tienes ningun interés en esta unidad, no te afecta para nada), que creen que las cosas pueden ser mejores de lo que son. Desde tus palabras no se se está cuestionando la profesionalidad o el buen hacer que ya haya en esa unidad, sinó aquellos detalles que se defienden creo yo como reales, cuando no lo son. Imagino que va por ahí el asunto. Y ésto para personas ajenas o profesionales como yo que necesitamos información desde vuestra experiencia, al menos no hace cuestionarnos ¿será verdad que siguen funcionando las cosas, así de mal, todavía? Me parece una barbaridad que estas cosas sigan sucediendo en nuestro país, (aunque como dice el compañero anterior, hay países que están pero aún). Y que luego nos llenemos la boca con jornadas y congresos ·sin el arroz», como tú decías, sin la experiencia trans real, dándonos golpecitos en la espalda sobre lo fantásticos que somos todos. Señores médicos, psiquiatras, psicólogos (yo tb. soy psicologa, y no lo digo para ofender), miremos nuestros resultados y nuestros métodos de trabajo, evaluemos, critiquemos refelxivamente nuestro trabajo desde la humildad y la vocación de servicio público (aunque tengamos consultas privadas…) y así otro gallo nos cantaría…
El que te dejen con «el culo al aire», perdon por la expresión, te insulten (llamandote mentiroso en el mejor de los casos) y cuestionando tu verdadero interés altruista, es lo mínimo que se despacha entre un sector tan cerrado cuando se ve «atrapado y sin salida». Es la vía del insulto y el descrédito del adversario lo que me evita tener que explicar mis errores, lo vemos todos los días en política, no sé de qué te extrañas. En cualquier caso, no dejes de ser, actuar y sentir como hasta ahora. Creo que el movimiento trans necesita personas coherentes como tú.
Un beso. MJ Rosillo
Veo pablo que ya te une el amor hacia la chusa q muchos le procesamos! Esa gran señora que según te sientas en su despacho el primer dia te amenaza con no darte los papeles para cambiar tu DNI si no haces lo q ella te dice (literal).
Llevo en la unidad ya un año y aún no entiendo la figura de esta mujer allí. Básicamente se dedica a amenazar con no darte los papeles por cualquier excusa. Cuando ya has pasado el protocolo y empiezas las hormonacion puedes negarte a volver al psicólogo, pero te obligan a ver cada dos meses a la chusa.
Desde que firmé los papeles que me vinculan a la unodad cada vez que me ve esta mujer me ameneza con dietas y ejercicio, diciéndome q el Becerra me lo va a imponer para las operaciones, y luego va su colega el Becerra y me dice q estoy estupendo y ya está.
Y que decir de ese gran psicólogo que me hizo llevar a la consulta a mi novia para preguntarle cómo eran las relaciones sexuales conmigo y asegurarse d q ella no me obligaba a ir a la unidad… ay q tiempos! Q buenos ratos hemos pasado! Se me saltan las lágrimas!
Porque cuando me dijo el psicólogo que tenia q llevar a mi novia y luego a mis padres a la consulta, yo le pregunté para q, el me dijo que era para asegurarse, xq yo podria estar alli diciendo q era Enrique y que era un hombre y mi familia y mi novia no saber nada… Esa vez era para asegurarse, no x el protocolo. Pero mi novia le dijo q no contestaba a sus preguntas xq era privado y q ante todo me respetaba y él se quedó sin ganas de ver a nadie más de mi entorno y yo nunca llevé a mis padres…
Que cosas…
tio que fuerte, obligarte a llevar a tu novia y quería también obligarte a llevar a tus padres, estamos locos o qué. Que malos profesionales hay por el mundo.
No es qué esté ignorando los comentarios de esta entrada. No he respondido todavía por una simple cuestión de falta de tiempo, pero espero hacerlo durante la semana próxima ¡¡¡Mil perdones y muchas gracias por comentar!!!
vaya tela lo de la señora esa, que suerte no tener que sufrirla porque no soy de allí pero no hago más que oir hablar de su prepotencia. Y la «gestora» es médica o es personal de gestión? es que flipo con que tenga tanto poder. Casi prefiero estar en una comunidad sin utig, no hay tanto déspota suelto.
La llaman trabajadora social, no es medico ni na q se le parezca, pero eso no impide q sea ella la q t manda los analisis o la q decide q t tienes q poner a dieta xq ella unilateralmente lo ha decidido, q t mande pesar y tallar a la enfermera… ademas d hacerte firmar papeles… Capone a su lado un pelele!
Lo de María Jesús es un misterio total que un día va a ser desvelado. No es trabajadora social, sino socióloga, que no tiene nada que ver ¿Es la sociología una profesión sanitaria? Dicen que, además, es auxiliar de enfermería. Si está contratada por este título ¿es titulación suficiente? En realidad, imagino que se reirá mucho con todos nuestros intentos de averiguar por qué está ahí esa señora, y si se está extralimitando en sus funciones, pero ¿quien sabe? Quizá algún día alguien consiga dar con una explicación…
pues si no es médico no sé que hace recomendando dietas, como poco será enfermera porque si no es para denunciarle.
No es médico, no es enfermera… ¿No te dan ganas de llamar a cuarto milenio para que desvelen todos los misterios? A mí, sí.
si os interesa, mi novia kiere llevar una ouija y hacerle un exorcismo. ya nos hemos puesto en contacto con iker jimenez y tampoco se explica xq lleva una bata blanca… expediente warren se va a kedar a la altura del betún cuando acaben con la investigacion!!
Ja,ja,ja, si lleváis una ouija, grabadlo en video XDDDDDDDDD
Estoy totalmente de acuerdo contigo, Pablo.
Lo que hace falta es ELIMINAR las UTIG y simplemente permitir que cualquier endocrino de la seguridad social pueda darnos el tratamiento hormonal que necesitamos.
Un hombre con un problema de erección va a conseguir sus hormonas, igual que una mujer con desequilibrio hormonal sus estrogenos. Hasta las personas intersexuales pueden conseguirlo sin problemas
Sin embargo a la población transexual se nos trata como trastornados (leer siglas de UTIG) que necesitan de atención especifica, cuando no es así y está ampliamente demostrado.
Un intersexual puede acceder a sus cirugías sin necesidad de caerle bien a Maria Jesus, ni cumplir con los protocolos inventados de la UTIG. Un transexual no.
Hay que empezar a denunciar sistemáticamente todos estos abusos.
Estoy totalmente de acuerdo Alicia. La mayoría de los problemas de acceso a la atención sanitaria de las personas trans son, simplemente, una cuestión de discriminación por razón de identidad de género y canon corporal (incluso después de haber recibido el reconocimiento legal de género, las personas trans tenemos que continuar yendo a las UTIG, a pesar de que ya no somos, desde la perspectiva legal, «hombres recibiendo tratamientos para mujeres» o «mujeres recibiendo tratamientos para hombres»).
En los primeros momentos de la lucha por los derechos de las personas trans se aceptó la presuposición, llegada desde Europa (Alemania y Holanda, principalmente) de que la atención sanitaria para las personas trans sólo podía proporcionarse por un equipo multidisciplinar súper especializado. Con el paso del tiempo, esta idea ha ido evolucionando de manera que hoy en día la atención sanitaria a las personas trans se identifica de manera exclusiva e inseparable con la existencia de las UTIG de modo que sólo se considera que la atención sanitaria se garantiza cuando en una Comunidad Autónoma existe una UTIG a la que acudir… cuando la realidad es que, en primer lugar, las UTIG no garantizan nada (rechazan a no pocos pacientes), y en segundo lugar las Comunidades Autónomas que no tienen UTIG están dando una mejor atención sanitaria.
Todo ello va cristalizando en la expresión de la necesidad de acceder al «proceso transexualizador» (la expresión más ridícula y transfóbica jamás escuchada, que viene a signficar que antes de ese proceso eres una persona normal, y cuando lo acabas, eres un transexual, y por supuesto, antes del proceso no lo eras, sino que eras el hombre o la mujer que el médico le dijo a tus padres que eras cuando naciste), aunque este no se siga «hasta el final» (¿Habrá personas que se puedan quedar a medio transexualizar?)
En fin, una serie de despropósitos, a cada cual mayor, que sin embargo hemos incluido tanto en nuestro discurso que ya no somos incapaces de verlos, y que es necesario empezar a señalar. Estoy totalmente de acuerdo en que, además, hay que empezar a denunciar sistemáticamente todos los abusos existentes en el sistema médico.
Hola, vine buscando informacion sobre esa tal maria jesus, ya que me a parecido una persona poco profesional y que falta el respeto cuando le da la gana como ademas de mal educada y grosera. Me gustaria saber si ay «libro» de quejas en ramon y cajal, porque yo soy una paciente y hoy en mi visita con el psicologo jose miguel rodriguez me falto el respeto, yo que en estos momentos emocionalmente estoy baja de animo no pude contestarle como me hubiese gustado, ya que me falto el respeto y ahora tengo la dicha de un proposito, si puedo joder a esta sinverguenza lo hare, uno de mis mejores amigos es periodista y le voy a comentar lo que e ido leyendo en internet ademas de este magnifico articulo que retractas el comportamiento sinverguenza de esa mujer y la poca profesionalidad, educacion y tacto que no merece su puesto de trabajo. Aparte con un chico que conoci en ramon y cajal pensamos en recoger firmas entre los pacientes de esa unidad que trata esta sinverguenza para pedir que la echen… me gustaria hablar mas sobre esto en privado contigo
Hola a todos
Tras leer todo que habéis publicado, voy a exponer mi experiencia en la Utig y en concreto con María Jesús.
Inicie el proceso allá por el 2007, tiempo en el que comenzaba a despegar la Utig en Madrid.
El trato que he recibido ha sido siempre muy cordial, nunca me he sentido incomoda por la actitud de ninguno de los empleados de la unidad, al contrario me he sentido apoyada y en ningún momento presionada.
En cuanto a ese esteriotipo q intentan imponer a los pacientes según se ha comentado aquí, en mi caso únicamente puedo decir q no ha sido así.
Odio el maquillaje, las faldas y siempre he ido a la utig como me ha dado la gana. Jamás se me ha cuestionado, ní me han sugerido como debería vestir, arreglarme o comportarme en función a un modelo sexista.
Solo puedo decir q el trato siempre ha sido, correcto, amable y en este punto obviamente incluyo a María Jesús.
Ah y a pesar de no encajar en ese modelo binario, se me han ofrecido todas las intervenciones quirúrjicas q forman parte del protocolo de la unidad.
Besos a todos
Besos a todos
Hola Ivana,
En primer lugar, mil disculpas por no aprobar antes tu comentario: se me pasó por completo.
Enhorabuena por ser una de las pocas personas satisfechas con la UTIG. Supongo que comprenderás que no tiene mucho peso frente a los cientos de personas descontentas, y que no ayuda para nada a mi amiga, la que igual que tú empezó en 2007 pero que ha tenido que ir a juicio porque se niegan a operarla. Comprenderás también que no sé quién eres. Tienes un perfil totalmente anónimo, cosa que es muy difícil de conseguir hoy en día… Hasta donde yo sé, podrías ser María Jesús que ha decidido dedicar 10 minutos de su vida a hablar bien de sí misma.
De todas formas, reitero mi felicitación por ser una de las pocas personas que han recibido una buena atención en la UTIG, y te deseo igual suerte en el futuro.
Un saludo,
Pablo.
Hola!
He llegado hasta tu blog, Pablo, buscando precisamente información sobre la UTIG de Madrid porque no he hecho más que escuchar bulos sobre las pruebas psicológicas a las que nos someten a los trans para considerar, según ellos, si somos aptos o no para el tratamiento de reemplazo hormonal, y después de leer todos los comentarios ¡cuál es mi sorpresa al descubrir que la realidad es aún más terrorífica de lo que yo me pensaba! Si ya estaba acojonado ante la idea de iniciar el proceso, no por iniciarlo en sí, claro está, sino por lo que podía encontrarme en la UTIG después de todo lo que había escuchado, ahora lo estoy aún más. ¿En serio un puto año asistiendo al psicólogo antes de empezar el tratamiento? ¿En serio tengo que llevar a mi familia para que testifiquen por mí? ¿Qué es eso? ¿La UTIG o el juzgado de lo penal? Hace escasos días leí que Cataluña había retirado el diagnóstico psiquiátrico en la UTIG. Solo espero que tomemos ejemplo pronto y las cosas vayan mejorando por aquí también… Por el momento, iré con pies de plomo con la tal María Jesús. No obstante, lo cierto es que no he tenido la oportunidad aún de hablar con nadie directamente de esto ¿podría alguien contarme si es verdad todo eso de que tienes que cumplir, en el caso de los hombres trans, el estereotipo masculino, para que te «den el apto»? ¿En qué se basan para determinar eso?
Saludos!
Hola Álex,
Cataluña no ha sido, ni de lejos, la primera comunidad autónoma en retirar el diagnóstico psiquiátrico en la UTIG. La primera fue Andalucía (con una ley en cuya elaboración yo mismo participé (¡lo cuento en este mismo blog,), y después Madrid, y creo que también Murcia (pero no he tenido tiempo de leer la ley murciana todavía).
El problema es que los profesionales de las UTIG simplemente se están resistiendo a cumplir las leyes, pero hay una forma de hacerlo y es yendo a los juzgados. En Madrid ya hay una sentencia de julio de este año que condena a la UTIG a operar a una paciente a la que se le estaba negando la operación porque según ellos no cumplía los requisitos. También tienes otras opciones, como ir a otro sitio que no sea la UTIG. Tienes más información sobre la nueva ley de Madrid aquí, y, si no lo has hecho ya, aquí puedes apuntarte a mi curso «hacia la conquista de tu identidad», que literalmente puede ahorrarte años de problemas.
Un saludo y para cualquier cosa, ya sabes dónde estoy 🙂