Cuando me dieron el alta y volví al ritmo diario, tuve una pequeña crisis de estrés post traumático. De repente, una noche empecé a sentir angustia. Sentía que se me venía encima algo muy gordo, demasiadas cosas para lo que yo tengo capacidad de manejar. Luego me di cuenta, lo superé, y volví a la rutina de siempre.

Sin embargo, tenía razones para angustiarme. Ayer cuando llegué a casa, estaba tan cansado que me habría quedado sin comer si no fuese porque quedé con un amigo que vino e hizo la cena él solito en mi casa. Aunque en realidad dio igual, porque luego vomité lo poco que había comido…

La semana anterior ya estaba yo un poco estresadillo, porque iba a ir a Madrid a hablar en unas jornadas de la Federación de Enseñanza de CC.OO. y tenía que preparar la ponencia (al final se cancelaron, pero bueno, casi ha sido mejor, porque en esta época tengo exámenes). También se planteaba la oportunidad de ir a una reunión de la Asociación «El Hombre Transexual» de Madrid, pero como las jornadas se cancelaron, no pudo ser. A esa reunión, en cambio, sí que fueron mis compañeros de Conjuntos Difusos – Autonomía Trans (hemos cambiado un poco el nombre), y cuando se canceló lo de CC.OO. no me quedé tranquilo, porque estaba a la expectativa de que pasaría en esa reunión.

Se trataba de una reunión para hablar de la UTIG de Madrid y de qué acciones se podían tomar respecto de los abusos, atropellos, arbitrariedad y demás prácticas ilegales que allí son consideradas normales, y por las que, sorprendentemente, los grupos trans de Madrid, no parecen muy preocupados. Unos porque lo suyo es «saltar las barreras» (así que las barreras no les preocupan, lo único que les preocupa es su capacidad de salto), otros porque parecen creer que su cometido es mantener la situación tal y como está ahora, y otros, simplemente, por desconocimiento. Me han dicho que salió muy bien, y que la gente que fue a esa reunión, aprendió un montón de cosas. También me han dicho que se acordaron de mí, y que algunos leen este blog ¡Muchas gracias!

A parte de eso, iba llevando bien las cosas. Contento: la tienda online empieza a dar algunos frutos, y la ferretería parece que responde positivamente al esfuerzo de ir metiendo cada vez más cosillas. A veces pienso que hay luz al final del tunel de mi miserable vida laboral. Otras veces, no.

Lo peor llegó el lunes pasado, cuando me llegaron noticias de que una nueva actriz se apunta al carro de hacer una ley trans en Andalucía. Se trata de un grupo, al que llamaré «Grupo Benefactor». Se trata de un grupo vertical (no una asociación) pro derechos «LGBT», entre cuyas prioridades la «T» está claramente en la cola, y de la «B» ya, ni hablamos. No hay más que ver su página web, que siempre habla de «gais y lesbianas», y también de «orientación sexual», pero en la que la identidad de género es desconocida, y la transexualidad es solamente una letra «T» que se usa como adorno políticamente correcto, porque si se dice «somos un grupo LG» parece que estamos hablando de una marca de televisores.

Sin embargo, cuando empezamos con todo este proceso, supe que el Grupo Benefactor había mostrado interés en intervenir en toda esta aventura que se nos venía encima y decidí escribirles, para que me contaran cuales eran sus ideas, contarles cuales eran las nuestras, y ponernos de acuerdo entre todos, porque cuantos más pares de ojos para ver, y más brazos para trabajar, mejor. Por algún motivo, nunca recibí respuesta ¿Se perdió el correo que les escribí? ¿Se les olvidó responderme por descuido? ¿Pasaron de mí olímpicamente? No lo sé, porque aunque he preguntado, no me lo han dicho.

El caso es que, mientras empezábamos a sospechar que alguien tenía la intención de colar a última hora otro proyecto de ley, que no tuviese nada que ver con el nuestro, y que en vez de proteger los intereses de las personas trans, protegiese los intereses de las instituciones transfóbicas (principalmente, de la UTIG), de repente el Grupo Benefactor nos escribe invitándonos a unas jornadas para «fijar» las posiciones de los grupos, que ya llevan fijas desde septiembre del año pasado (porque habremos tenido nuestros más y nuestros menos, pero estamos de acuerdo en que todxs queremos lo mismo). Así que empecé a preguntarme si no sería, más bien, que el Grupo Benefactor planeaba lanzar su propia propuesta para la Ley Trans de Andalucía, y en estas jornadas lo que buscaba era rodearse de los grupos que tenemos nuestra propia propuesta, para hacerse una foto y luego decir que todos los grupos de Andalucía han ido a las jornadas a apoyar la nueva propuesta auspiciada por el Grupo Benefactor.

Me equivocaba de medio a medio: el Grupo Benefactor ya había enviado su propuesta a un grupo parlamentario andaluz. Lo que es más, ahora resulta que todo este proceso legislativo (que para los grupos parlamentarios no es más que una mota en el trabajo cotidiano, y para mí es como intentar construir una catedral con una carretilla de mezcla y una palustra) se ha abierto gracias al Grupo Benefactor (ay, Mar Cambrollé estuvo años y años exigiéndolo a los políticos para nada, al parecer) que de hecho está esperando a que se le abran las puertas del Parlamento y de otras autonomías, para poder entrar por la puerta grande y en alfombra roja, a aprobar su magnífico proyecto, gracias al cual a partir de ahora todas las personas trans ataremos a nuestros perros con longanizas, pero en el que, eso sí, no se reconoce el derecho a la autodeterminación del género, porque eso es una tontería que se me ha ocurrido a mí. Claro, es que lo que para los trans normalitos de por aquí es una obra titánica, el Grupo Benefactor lo hace sin despeinarse, porque para eso son un grupo benefactor, y son amigos de gente influyente, con poder. No como yo, que en el fondo sólo soy un piltrafilla con un blog.

Ya sabiendo esto, me quedé más tranquilo, entre otras cosas porque una vez que te enteras de cual es la situación, y de que no puedes hacer nada por remediarla… te puedes despreocupar. Si no puedes hacer nada para cambiar las cosas, es tontería seguir dándole vueltas al asunto. Lo único que puedes hacer es joderte y confiar en que lo que llevas hecho es suficientemente bueno como para soportar los empujones de los demás. Eso sí, si al final la ley sale, y es una buena ley, cuando vea a la representante trans del Grupo Benefactor presumiendo de haber intervenido en el proceso, me saldrá una úlcera de estómago. Aunque para ese momento, ya voy a estar libre para decir lo que quiera, y vaya si lo voy a decir. Coño.

Todo esto viene porque parece que el proceso de elaboración de la ley está poniéndose en marcha de nuevo, y para la semana que viene tengo previsto empezar a leer decretos, proposiciones no de ley y documentos sobre prestación de servicios sanitarios de cara a responder a las principales dificultades que parece que se plantean en cuestión de sanidad, confiando en que al final la gente del Grupo Benefactor no sean tan guays como creen (o como quieren hacerme creer) y resulte que no pueden hacer todo por los trans sin contar con nadie más. Crucemos los dedos y sigamos trabajando.

De cara a todo esto, me va a venir muy bien una serie de documentos que se publicaron ayer, que era el día contra la homofobia y la transfobia, y que incluyen un mapa e índice de derechos trans en Europa, y los resultados de la mayor encuesta LGTB realizada hasta el momento en todo el continente. Estos resultados, que prometen ser muy interesantes, me van a dar lectura para unas cuantas horas. Si queréis un poco más de información al respecto, publiqué una entrada sobre el tema en el blog de la.trans.tienda.

A todo esto, hablando de la.trans.tienda, estoy ampliando el catálogo de productos para hombres trans. O lo estoy intentando, porque no tengo tiempo, ni fuerzas, ni nada de nada. Ahora quiero poner cosas que sirvan para ir al baño de pie. Desde la prótesis Mr. Limpy con una tetina de biberón, hasta el GoGirl. Incluso quiero hacer videos explicando como funciona cada cosa, los pros y los contras. Todo eso. Algún día T_T

Y, como todos los años, vuelve la feliz época de los exámenes de junio ¡Viva! Un periodo en el que tengo que demostrar a los profesores de la UNED que me he estudiado sus libros y que se lo suficiente de derecho para merecer que algún día me den un título de graduado (que no me servirá para trabajar de abogado, ni de nada, pero bueno). Para eso, tengo que estudiar, así que estudio.

Mi libro, está el pobre en barbecho, durmiendo el sueño de los libros abandonados por falta de tiempo. Tiene suerte, el libro, porque al menos él sí puede dormir. Yo ya no me acuerdo de lo que era eso. Lo peor es que a este ritmo no aguanto. El día menos pensado me va a dar un chungo y me voy para el otro barrio.