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Creo que me presentaron a Evelyn en cierta ocasión, aunque no tengo ningún recuerdo de ella. Probablemente, si en efecto me la presentaron, fue en algún momento en que había mucha gente a la que yo no conocía, y que en cambio sí se conocían entre si.

Evelyn no me interesó en vida. Alguna vez l*s compañer*s de la Casa Trans me hablaron de ella, como me hablaron de tantas otras personas. No presté una especial atención. Sólo otra historia más, sólo otra persona más. Tan única y tan sobresaliente como cualquier otro ser humano del mundo. Todas las historias merecen ser escuchadas, pero no tenemos tiempo para ello y hay que elegir las que más nos interesan. Yo no elegí la de Evelyn.

Entonces ¿por qué me intereso por la muerte de una persona a la que no conocí en vida? Podría pensarse que es muy fácil solidarizarse con los muertos. Queda muy bien decir unas cuantas palabras, hacer un bonito gesto grandilocuente y continuar con nuestra vida al día siguiente, como si nada.

No sé si seré acusado de hipócrita por hablar de la muerte de Evelyn, por recordarla ahora que no está, cuando no la conocí en vida, pero me da igual. La noticia de la muerte de esta chica me ha dejado muy triste. Creo que la mayoría de la gente tiene el impulso de rebelarse ante la injusticia ¿y qué mayor injusticia hay que te hayan quitado la vida? Desconozco los motivos por los que quien mató a Evelyn consideró que ella no merecía seguir viviendo. ¿Tal vez porque «pensó que era una mujer» y descubrió que «era un hombre»? ¿Quizá porque tenían alguna deuda pendiente? ¿O sólo porque esa persona consideraba que su forma de vida era tan aborrecible que el mundo estaría mejor sin ella? ¿Qué delito tan terrible cometió que la hizo merecer la muerte?

¡Evelyn! ¿Cuantos años tenía? ¿Veinte? ¿Veinticinco? No creo que tuviese más. Ahora ya no volverá a hacer eso tan terrible que le hizo merecedora de la muerte. Ya no podremos conocernos, ni decidir si queremos hablar entre nosotros o estamos demasiado ocupados haciendo cosas más interesantes (nada garantizaba que, aunque yo hubiese querido hablar más con ella, ella hubiese querido hablar conmigo). No va a volver a dejarse los platos sin fregar, ni a hacer sonreir a otra persona. Es lo que tiene morirse, o que te maten, que ya no puedes hacer nada más.