¿Por qué existen personas transexuales? Hay muchas teorías al respecto. No voy a hacer un repaso de ellas, porque seguramente lo voy a hacer mal, y además se me van a olvidar tres o cuatro. Tampoco hace falta ya que, hasta el momento, ninguna teoría respecto a las causas de la transexualidad ha logrado dar una explicación completa, ni ha soportado una revisión superficial (no hablemos ya de revisiones en profundidad). Ningún estudio se ha hecho de manera demasiado rigurosa, ni da respuesta a todas las cuestiones que surgen alrededor de la realidad trans.
Yo voy a arriesgarme a lanzar una hipótesis más: la causa de la transexualidad, es la heterosexualidad. La transexualidad es una palabra que nace desde la medicina (acuñada por Harry Benjamin) para designar a unas personas «raras» que «quieren cambiar de sexo».
Los esfuerzos por descubrir cual es la causa de la transexualidad significan asumir que la no-transexualidad es el estado «natural» de las personas, y que lo «normal» es que cada ser humano presente una correlación entre sexo-género, de manera que todos los machos sean masculinos (hombres), y todas las hembras sean femeninas (mujeres). Sin embargo, esta correlación, que, en efecto, se da en la gran mayoría de las personas dentro de nuestra sociedad, no es natural, sino aprendida. La diferenciación de roles entre hombres-machos y mujeres-hembras varía de una cultura a otra: no es lo mismo una mujer musulmana, una oriental, y una europea. Tampoco es igual una mujer española que una de otro país de Europa. Por ejemplo, recuerdo que me sorprendió que las mujeres alemanas que conocí en alemania, solían tomar la iniciativa a la hora de ligar tanto como los hombres, e invitaban a los chicos a copas, les pagaban la entrada de las discotecas, y directamente les hacían proposiciones de sexuales, sin importarles demasiado que ellos estuviesen o no interesados en ellas de la misma forma. Vamos, ellas allí hacían exactamente lo mismo que los chicos aquí. A mis amigos españoles, eso les daba mucho miedo (y todavía no entiendo muy bien por qué).
Que la diferenciación entre los roles de hombres y mujeres se aprende, día a día, y desde el primer día, es algo que es obvio al escuchar los discursos de aquellas personas que están en contra de que las parejas o matrimonios homosexuales tengan hijos o los adpoten. Les preocupa que esos niños y niñas no tengan una educación adecuada al no tener cada día en casa el ejemplo de como se desarrolla cada sexo. Podría ocurrir que, al no contemplar el contraste entre lo que hace la mamá y lo que hace el papá, se sientan confusos y no aprendan cual debe ser su rol sexual, lo que a la larga podría convertirles en personas socialmente inadaptadas. Crecer sin un padre y una madre, podría hacer que los niños y las niñas desarrollasen transtornos de identidad de género.
Lo trans (entendido como cualquier tipo de «variaciones de género» que puedan aparecer o considerarse como tales) se ve como un transtorno, como algo extraño y «no-natural», sólo cuando se contrasta con la heterosexualidad establecida como patrón normal. Si ese patrón de normalidad, artificialmente establecido, no existiese, tampoco existiría la transexualidad como trastorno psiquiátrico. Sería, simplemente, un rol de género más, al nivel de los otros roles de género existentes. La diferencia entre una persona trans y una que no lo fuese, sería más o menos la misma que entre una persona que le gusta el jamón serrano, y una persona a la que no le gusta.
Probablemente, si las cosas fuesen así, las averiguaciones sobre los orígenes de la transexualidad, carecerían de interés alguno. El interés por conocer cuales son las causas de la transexualidad y de la homosexualidad es el interés por saber por qué hay personas que no son normales. Personas que no hacen lo que a todos los demás les sale de manera natural.
Por otra parte, sí que es verdad que la situación de las personas trans es extraordinaria. Mientras el resto de personas se han plegado ante la fuerte presión cultural que les exige desarrollar unos patrones de comportamiento determinados, hasta llegar a creerse incluso que son parte de su propia naturaleza, las personas trans insistimos en desobedecer y hacer las cosas de otra forma. Algunas desarrollan roles de género «diametralmente opuestos». Algunas hacen como el vino de Asunción, y no se comportan como hombres, ni como mujeres, sino todo lo contrario. Otras hacen según les va apeteciendo en cada momento.
Eso sí merecería ser estudiado, pero supondría cuestionar el principio del «sentido común», es decir, poner en tela de juicio el principio generalmente aceptado de que si todo el mundo opina lo mismo, es que eso debe ser verdad. Un principio muy útil para que las mayorías se impongan sobre las minorías, y para erradicar las ideas incómodas sin necesidad de razonar contra ellas.
En definitiva, es mucho mejor buscar las causas para un imaginario transtorno de identidad de género, que asumir que dicho transtorno de identidad de género no existe, porque, para empezar, la identidad de género «natural», no transtornada, tampoco existe. Es dejar de preguntar «¿por qué son distintos?» para empezar a preguntar «¿cómo hemos llegado a creernos que somos distintos?»
Es muy aguda tu observación de que el origen de la transexualidad está en… la heterosexualidad.
Hace ya tiempo que los homosexuales, como Foucault, empezaron a darse cuenta de que el concepto de heterosexual se formó «después» del de
homosexual.
Es decir, era como una cristalización de la realidad como se veía antes, en la que, si eras un «sodomita», eras un «pecador», pero eso no prejuzgaba nada acerca de lo que fueras. En cuanto empezamos a definirnos como «homosexuales» y «heterosexuales» fue como si nos dieran un diploma -¿dónde he visto yo lo de los diplomas de transexualidad?- y ya pudiéramos ser homosexuales profesionales y diplomados, que cumplían determinados requisitos, o bien heteros profesion… etcétera.
Una vez que se trazó el heterosexual ideal, fue también definir al o la trans ideal, y en eso hemos estado durante decenios.
¿Pero y si, dejando el pecado para lo que sea hacer daño a inocentes, tuviéramos una identidad de género más o menos hetera, más o menos homo, más o menos trans, a veces muy más en alguna de esas cosas, otras veces más relajada, pero nunca del todo ni para más ni para menos?
¿Y si nos negáramos a definiciones del tipo sí-no, en vez de más-menos, como por ejemplo, las de los psicólogos que nos definen como transexuales sí o transexuales no?
Al fin y al cabo, esto es abrir el paso al no-binarismo, que es cosa de más o menos, y dejar el binarismo, que era cosa de sí o no.
Sé que nos entendemos.
Kim
Pues yo diría «heteronormatividad», en vez de «heterosexualidad», en este contexto, por referirnos mejor a cuestiones de sexo-género, que a sexualidad u orientación sexual.
Yendo al meollo, no es que no te dé la razón, Pablo querido, en lo decisivo de los aspectos cultural-sociales, pero creo que eliminar sin más las explicaciones biológicas (hormono-cerebrales, congénitas, cromosómicas, …) es un poco arriesgado, por prematuro…
Tienes toda la razón en que todas las hipótesis se quedan «cojas» a la hora de «diseccionarnos», pero no creo tampoco que la cosa se pueda solventar con un simple: «¿y por qué no te vas a diseccionar a tu ….?»
La definición de género varía según los lugares y las épocas, pero no es menos cierto que es un tema muy importante, muy «sensible» (crucial, hasta llegar a ser delictivo su incumplimiento), en general, para tooodas las culturas a lo largo de la historia … Ser alto o bajo, rubio o moreno, o cualquier otra diferencia no tiene la misma «carga» legal, del orden civil, que ser hombre o mujer…
Decir: «si nadie pone en duda que ser alto o bajo, o rubio-moreno, o cualquier otra forma de ser diferentes, es cuestión de más o menos, ¿por qué habríamos de considerar que ser hombre o mujer NO es cuestión de «más o menos», y SÍ de «sí o no»?», es un tanto voluntarista, en mi opinión…
Saber si eres alto o bajo, etc., no es tan importante para los demás como saber si eres hombre o mujer… aquí o en la conchinchina, ahora o en el pleistoceno…, y nadie se sentirá «estafado y herido», si dices que eres alto, y luego resulta que todo el mundo te saca media cabeza… no sé si me explico…
El «cómo» del género y del sexo es aprendido, pero no estoy tan segura de que el mismo concepto dimórfico del cuerpo sexuado no sea algo que tenemos inserto en los genes desde antes de que existiera el ser humano…
Esa sería la explicación de que las personas trans siempre hayamos causado un verdadero impacto, por decirlo de alguna manera… para bien, como en tantas culturas de la antigüedad, o para mal, como por desgracia, sabemos de primera mano…
Besines!
Querida Ángela:
Utilicé la palabra «heterosexualidad» en lugar de «heteronormatividad» de manera deliberada. Nadie piensa de si mismo que es «heteronormativo», o piensa que es «normal» o se define como «hetero». Aunque la heteronoratividad esté detrás de todo esto, nadie la lleva en la cabeza.
El objetivo de estudiar qué causa la transexualidad, es hoy en día, averiguar, como ha dicho Dicybug, qué es lo que está mal en una persona concreta para que sea transexual, u homosexula (que también hay estudios sobre eso), en vez de ser normal y corriente, es decir, heterosexual.
«¿Qué funciona mal para que nazca una persona transexual?»
Creo que tu reflexión es muy clarividente: buscar la causa se identifica inmediatamente con asumir que algo no es como «debería». ¿Debería, según quién? ¿Quién ha establecido que lo «correcto» es el dualismo hombre-mujer? ¿Ha sido Dios?
«Existen el hombre y la mujer para que…»
En lugar de aceptar que todos somos diferentes, que no solo existen los heterosexuales, nos inventamos un destino para el ser humano, una función, un mandato, que deja fuera de la normalidad a las minorías. Pero el invento es del hombre, no de la naturaleza y por supuesto no de Dios por razones obvias.
Una cosa esta muy clara y a veces no es del todo tenida en cuanta. Hay una cuestión antropológica en todo esto que es muy importante tener en cuanta. Si el genero es algo construido esta muy claro que lo hace incardinado a un momento y a una cultura determinados y hay una gran variedad de construcciones de esa identidad de genero que puede ser de mucha utilidad estudiar. Un ejemplo de esto es el video que tengo publicado en mi blog:
http://sexologiauned.blogspot.com/2010/10/los-buguis-transgenerismo-en-indonesia.html
Más que clínico tengo madera de antropólogo, es bastante curioso que los buguis hallan «construido» cuatro géneros que identifican como conductas socialmente normales en su sociedad que no es aislada ni minoritaria en el espacio que ocupan hoy en dia en Celebes.
Es muy interesante ese video, gracias por enlazarlo!… Lo cierto es que da verdadera envidia una sociedad de ¡3 millones! de personas que reconocen lo trans sin problema alguno… Ese es el camino: No es negar lo binario establecido, sino darse cuenta de que la realidad, naturalmente, es más amplia. Dos son los sexo-géneros del 70-90% de las personas, pero hay más, y negar los derechos de las minorías nos convierte en una suerte de dictadura chino-bananera, en la que la tendencia a la eugenesia sea la norma.
Hola Juan Carlos:
Me ha gustado bastante el documental que has puesto. En general, los documentales de National Geografic suelen ser muy buenos. Sin embargo, como pude descubrir cuando estuve en Ecuador, las cosas que a nosotros, como occidentales, nos parecen una enorme tolerancia hacia distintas manifestaciones de género, al examinarlas en profundidad, decubrimos que no lo son tanto. Por ejemplo, en la provincia de Manabí se conocen y reconocen socialmente muchas variaciones del género, pero eso no significa que sea algo que esté al mismo nivel que el ser hombre o mujer normal.
Mantengo la intriga y termino de comentar en tu blog.
Perdón, soy bastante ignorante sobre el tema. Pero dejo mi opinión:
Para mi el genero y la sexualidad son cosas diferentes, adquirimos el genero de igual manera que todos, la única diferencia sería el genero en concreto.
Juan Pedro.
Es una reflexión tan sencilla y tan bonita que se vuelve encantadora… Y muy acertada ¡Muchas gracias por compartirla!