Vuelvo a tener un espejo en que mirarme… lo que facilita mucho la labor de afeitarme y ponerme las lentillas. He aprendido a hacer ambas cosas sin espejo, y no me saqué ningún ojo por el camino. No deshollarme es más fácil, básicamente porque todavía no tengo mucha barba que afeitar.

El espejo está en el baño. Me miro y veo a un chico, que, por primera vez, se parece bastante a la persona que sale en las fotos. Hasta hace poco no tenía una idea muy clara de cual era mi aspecto, era un poco como que me miraba al espejo y no me veía, tan sólo me veía en las fotos. Ahora empiezo a verme, y es agradable. Tengo un motón de lunares y pecas, y cada vez menos pelo (no es que nunca haya tenido mucho), pero me da igual. Me veo reflejado en el espejo, por primera vez.

He pensado mucho y he leido mucho sobre la hormonación. Teorías a favor, teorías en contra. Una normalización del cuerpo, una medicalización de la vida. Una necesidad, si no te hormonas no eres un auténtico transexual. Todo tonterías. Lo importante es sentirse bien con uno mismo. Resulta que la realidad está por encima de todas las teorías y explicaciones habidas y por haber. Teorizar y explicar está muy bien, pero lo importante es vivir. Yo me siento muy bien. Punto.

Sigo desvistiéndome ante el espejo. Tengo la sensación de que también se me han ensanchado los hombros, y como he adelgazado, la ropa me va más holgada. Puedo quitarme la camiseta y dejarme solo la faja, y me sigo viendo bien. Sin embargo, al quitarme la faja, la imagen se me descuadra. Tengo pecho, y de repente en mi mente salta la idea «eso no debería estar ahí, no pega». Siempre he tenido el mismo pecho, ni más ni menos, pero de repente, me sorprendo al verlo. No me molesta, ni me repugna, ni me preocupa. Simplemente, me sorprende, como si fuese algo inesperado. Que raro.

Empiezo a pensar de corazón que me gustaría hacerme la masectomía. Antes lo había pensado con la cabeza, que seguramente en algún momento me vendría bien operarme aunque sólo fuese por comodidad, pero ahora empiezo a desearlo con el corazón, de una forma distinta. Sin embargo sigue siendo algo que no me quita el sueño. Quiero hacerlo, pero puedo esperar tranquilamente a que llegue el momento.

La forma de mis caderas está cambiando, ahora son más rectas. Me miro el culo, y ha disminuido considerablemente de tamaño. Claro, es que he adelgazado, pero hasta ahora cuando adelgazaba, perdía volumen de manera proporcionada, o, en todo caso, antes de la parte superior del cuerpo, nunca de la inferior. No voy a engañar a nadie… todavía tengo culo de sobras, y todavía quedan unos cuantos kilos que perder, pero eso no significa que no tenga mucho menos que antes, y que la proporción sea muy diferente… en tan sólo cinco meses de hormonación.

Sigue saliéndome pelo especialmente en los brazos, en el pecho, en la barriga, y también en la cara, pero ya se me ha pasado el complejo de Chewaka, a pesar de que sé que la cosa sólo puede ir a peor. Supongo que la primera impresión es cuando ves pelo donde antes no había, pero luego como simplemente va aumentando la cantidad, ya no es para tanto. Igual a la larga hasta empieza a gustarme y todo… la depilación nunca fue una de mis prioridades, la verdad.

Bah ¿a quién quiero engañar? Hasta el momento me gustan todos los cambios que están ocurriendo en mi cuerpo, hasta el aumento del vello y de la sudoración, y el implacable avance de la alopecia androgénica. Si alguna vez me hace falta ducharme dos veces en un día, pues me ducho y en paz (me estoy librando del achicarrante verano español, que ahí sí que me iba a tener que duchar varias veces al día, aunque solo fuese para no morir de calor). Lo malo es que aquí no tengo mucha ropa y tengo que estar poniendo lavadoras cada dos por tres, pero bueno, tampoco es tanto trabajo, peor sería tener que lavar a mano.

Es curioso eso de mirarse en el espejo y verse. Voy a seguir practicándolo.