El otro día me desperté por la mañana con una sensación rara: no tenía nada que hacer. Me refiero a nada relacionado con la casa y el PT. Sí que tenía que mirar el Facebook, responder varios correos electrónicos, actualizar el blog, escribir una reflexión que se me está ocurriendo para Conjuntos Difusos, ponerme al día de un par de foros, responder en mis partidas de rol, y ponerme al día con mi blogsfera particular, pero, a parte de eso, no tenía que hacer nada.

Pronto me di cuenta de que estaba equivocado. Es algo que estoy empezando a aprender: si un día me despierto sin tener nada que hacer, significa que me estoy olvidando de algo. De hecho, significa que me estoy olvidando de varias cosas, porque aquí hay mucho por hacer.

Algunas cosas son básicas: limpiar la casa, poner agua y comida al perro y jugar un rato con él (importante para que pase el día tranquilo y no destroce demasiadas cosas), otras van surgiendo de la agenda del proyecto. Me gusta porque noto qe cada vez van delegando más cosas en mí, lo que significa que poco a poco voy aprendiendo a desenvolverme, y me gusta también porque casi todo lo que hacemos aquí tiene resultados interesantes. No significa que todo sea fantástico y maravilloso, ni siquiera que me guste siempre, pero sí que es interesante. Me da que pensar y me pone delante a personas y situaciones que ni siquiera pude imaginar que podrían llegar a planteárseme.

Hoy hemos organizado en la casa unos talleres de la CONFETRANS, que nos tuvieron de cabeza durante todo el día de ayer para cuadrar la logística y preparar los materiales. El resultado ha sido bueno y todos hemos quedado contentos (los que hemos estado en la organización, además, orgullosos). El lunes estuve acompañando a una persona a hacer diversas gestiones, puesto que no hablaba inglés. El domigo lo pasamos de descanso y paseo por un enorme parque que hay en Quito (el Parque de la Carolina), y aprovechamos para ver un partido de Pelota Nacional, que es un juego autóctono de Ecuador, de origen precolombino, y que tiene ciertas similitudes con la Pelota Vasca (ya hablaré sobre ello más adelante, porque es curioso). El sábado perdí algo importante y me pasé todo el día disgustado. A estas alturas no estoy seguro de si me lo robó una persona que pasó por la casa durante algunos días. El viernes lo pasé casi entero enseñando español a una refugiada rusa. El jueves fue el canelazo literario.

No me aburro. Mi única queja es que me gustaría tener más tiempo para actualizar el blog y escribir a mis amigos y familia, pero supongo que no se puede tener todo…