Si alguna vez quieres dar un paseo auténticamente bonito, haz que te acompañe un fotógrafo.
Esta semana he tenido la suerte de que mi amigo Arguez viniese a visitarme. La suerte ha sido por la fecha, no por el hecho de la visita en si misma. Mientras le llevaba a mis lugares favoritos de Granada capital y provincia, aprovechaba para verlos yo también y despedirme de ellos.
Él dice que no es un buen fotógrafo, pero a mí me gustan las fotos que hace. Tal vez no sean las mejores fotos del mundo (dice que todavía le queda mucho que aprender), pero me parecen bonitas, especialmente por la forma que tiene de ver las cosas y las personas que le rodean.
No sé si será porque, pensando en que puede pasar bastante tiempo hasta que vuelva, lo veo todo más bonito. El mar está más azul, las montañas más blancas donde la nieve las cubre, y más verdes donde no, el aire es más transparente, el sol calienta con la precisión justa, y la gente parece más contenta. O quizá sea porque cuando vas con alguien que se encuentra permanentemente buscando cosas bonitas que fotografiar, tú también las ves, de rebote. Tal vez se trata de que este año ha llovido más que nunca y ahora todo está más limpio y más vivo. O una combinación de todo ello.
Esta semana he hecho una de las excursiones más bonitas de mi vida. Vi un arcoiris completo reflejado en el agua que expulsaba un pantano, y un campo lleno de hierbas altas y flores, todo de verde y amarillo, en lugar de la vegetación agonizante y escasa a la que estamos acostumbrados los andaluces. Había un olivo con aspecto de estar feliz, y el caparazón de un caracol completamente blanco. Una vieja rambla que siempre había conocido seca llevaba agua de lado a lado. En la playa unos niños jugaban desnudos (eso no lo fotografió), y una puesta de sol increible.
Otro día madrugamos para ver el amanecer desde el mirador de San Nicolas, con el sol saliendo detrás de la Alhambra y la plaza para nosotros solos (nunca la había visto vacía). Debo decir que me quejé mucho del madrugón, pero es que hay que protestar. Nos quedamos sin ver la Alhambra por dentro, pero sí pude volver por última vez a la Catedral. El casco antiguo de Granada, lleno de palacetes, y el Albaicín, ya los habíamos recorrido el primer día.
También me estoy despidiendo de mis amigos, aunque me cuesta. De Encarni y su marido, de la gente de Conjuntos Difusos, de mi grupo de amigos que juegan a rol, de la familia… Es una suerte y un honor tener a tanta gente para despedir, y que me de tanta pena marcharme. Despedirme de algun*s me cuesta muchísimo.
Por otra parte, me llegan noticias de lo que están haciendo en Ecuador, y me muero de envidia por no estar ya allí. ¡¡¡Ojalá pudiese estar en los dos sitios a la vez!!!
¡¡Ala!!, que bonito el post :$
Te iré pasando las fotos vía trasatlantico para que no te olvides de que existió un pais llamado España en tus muchísimos años de felicidad ecuatoriana.
¡¡UN ABRAZO!! Y confirmame la hora a la que vienes!!
Parece que a tu amigo no le gusta la tauromaquia…
¡Qué valor! La verdad es que a mí se me haría un mundo hacer un viaje tan lejos y por más de un par de días. Necesito tener mi nevera, mi cama y por supuesto la familia y los pocos amigos que tengo bien cerca.
Seguro que todo te va bien 🙂
Hola Pablo:
Seguro que ya lo has dicho,pero ¿cuándo te vas?
Estos cambios tan fuertes en la vida de uno sólo pueden afrontarse desde la ilusión y la esperanza.
Ya nos dices.
Un abrazo.