Hoy llevo justo un mes y quince días de hormonación. Creo que ya lo he dicho en otras entradas, pero no esperaba que los cambios empezasen a verse tan rápido. No es que sea cosa de un día para otro, pero casi, casi.

Desde hace cosa de quince días he notado que me está cambiando la voz. Yo soy el primero que va notando estos pequeños cambios, y siempre pienso lo mismo, que serán imaginaciones mías, aunque empiezo a pensar que debería empezar a confiar un poco más en mi propio criterio. Después de todo, soy el que mejor conoce mi cuerpo, eso sin contar con que… es mi cuerpo, o sea, soy yo mismo.

A veces noto una vibración distinta en la garganta al hablar, que me resulta muy agradable. Otras veces me sale un tono de voz más grave de lo normal, y hablo como si estuviese ronco, aunque la mayor parte del tiempo simplemente noto que tengo la voz destemplada y un poco descontrolada.

Ya me ha pasado varias veces que llamo por teléfono a personas que conozco bien, o me llaman por teléfono, y no me reconocen por la voz. Mola. Pero lo que moló de verdad fue cuando hace un par de días me grabé en video y luego comparé la grabación con la primera que hice.

– ¡Coño! – exclamé, a pesar de que estaba yo sólo delante del ordenador. No es que haya una gran diferencia, pero algo se nota. Ahora sueno como un adolescente. En otra entrada mi amiga Kim comentaba que a ella siempre le he sonado como un adolescente, y otras personas me han comentado alguna vez que tengo (tenía) un tono de voz bastante ambiguo, pero ahora sí que es ambiguo de verdad.

No sé explicarlo mejor… Tal vez lo suyo sería colgar una grabación de voz.

También empiezo a notar que me está cambiando un poco el carácter, y no estoy seguro de que eso me guste demasiado, porque mi forma de ser ya me parecía bien. Ahora me noto un poco más agresivo, y estoy algo más nervioso, aunque tampoco es que sea algo exagerado. El nerviosismo lo compenso llendo al gimnasio a machacarme un poco el cuerpo, o a machacármelo bastante.

Lo del gimnasio me está viniendo muy bien en tres sentidos. Por una parte, noto que cuando paso unos cuantos días sin ir estoy más inquieto, mientras que cuando voy regularmente estoy más contento y relajado. Por otra parte, he empezado a entender por qué los deportistas se dopan. ¡Menuda diferencia! No es la primera vez que hago deporte, pero es la primera vez que voy ganando forma tan rápidamente. Lo que la primera semana era una especie de tortura china, la segunda semana podía hacerlo sin desear morir al terminar, y ahora lo supero con creces y al volver a casa puedo seguir con mi vida normal como si nada. Ya, ya sé que lo normal cuando uno empieza a hacer ejercicio es ir mejorando, y cuanto peor era el estado inicial, más rápido se empiezan a ver los beneficios. ¡Pero no tan rápido! O al menos antes no era tan rápido para mí. En tercer lugar, creo que estoy adelgazando un poco. La báscula dice que no, pero me noto la ropa ligeramente más ancha. Es difícil de precisar, porque toda mi ropa es una talla más grande de lo necesario, de modo que no es que me «baile» sino que me baila más todavía. Una vez más… ¿serán imaginaciones mías?

¿Serán imaginaciones mías la impresión que me da, cuando me miro al espejo, de que estoy un poco distinto? Creo que la cara me ha cambiado un poco, aunque no sabría decir exactamente cual es la diferencia ni siquiera comparando fotos recientes con fotos antiguas. Es como jugar a las siete diferencias, sólo que sin saber cuantas diferencias hay, o si hay alguna.

Los pelitos nuevos que me salen en la barba, eso sí que no son imaginaciones. Me salen sobretodo en la barbilla, aunque también noto algo de pelusilla en las mejillas. Además, los pelitos que ya tenía están más fuertes, crecen más rápido. Dicen que luego, cuando tienes barba de verdad (si es que llegas a tenerla, porque depende de la genética de cada uno) es un coñazo tener que estar afeitándose. Pero eso será luego, ahora me hace bastante ilusión, aunque lo que más me ha llamado la atención desde siempre ha sido el tema de la voz.