Yo siempre he hecho un poco de activismo. Activismo moderado… de «segunda fila», por decirlo de alguna manera. Activismo de «pásame ese documento y te lo reviso». Colaboraba como voluntario en «Proyecto Gloria» atendiendo a la gente que se pasaba por el canal #sida del IRC-Hispano, con más buena voluntad que conocimientos médicos (aunque sí que tenía más conocimientos que la mayoría de la gente, que no sabía muy bien cuales eran los canales de contagio del VIH). Cosas así.

Siempre quise implicarme más con asociaciones de mi zona, aunque no terminaba de encontrarme cómodo. Ni con Cruz Roja, ni con Proyecto Hombre, ni… Por una parte, me daba la sensación de que eran ambientes muy impermeables, en los que no lograba tener cabida. Por otra parte, tenía mi trabajo, mi pareja, mi… mil excusas para no comprometerme más con nada.

Y ahora tengo un montón de proyectos en los que participo de forma activa. Empecé reuniéndome con la gente del grupo de Conjuntos Difusos, que es un grupo que prepara actividades sobre no binarismo de cara a las Jornadas Feministas Estatales que se van a celebrar este año en Granada (se organizan cada 9 ó 10 años, aproximadamente). Me invitó Kim Pérez como una excusa para conocernos a pesar de que no tiene demasiado tiempo, y me interesó porque yo siempre había tenido ciertas ideas al respecto, y nadie con quien compartirlas muy seriamente. Ahora, además, veo en «Conjuntos Difusos» la oportunidad de decir una serie de cosas que al final son tan obvias y tan «de cajón» que  en realidad han estado pasando desapercibidas entre ideas mucho más «finas». Es un poco como señalar un montón de árboles y decir «ese es el bosque».

Pensé que de cara a las Jornadas, a mi me pondrían a hacer algo sencillo como, no sé… pegar carteles o estar pendiente de alguna de las actividades de los demás. Pero hacía falta alguien que organizase una de las actividades que se nos habían ocurrido, y como no había nadie más, me ofrecí voluntario junto con otro chico y… Ahora estoy con ello, aunque no tengo mucha idea de lo que me hago ni de lo que me llevo entre manos. Que miedo.

Estando en Conjuntos Difusos, Astrid nos habló de la red de despatologización de la transexualidad, que es una iniciativa que me interesa por razones obvias, pero en la que no podía participar, también por razones obvias de falta de tiempo. La oposición y eso. Pero cuando Astrid nos contó que para el día 17 de octubre se estaban organizando actividades para reivindicar la despatologización de la transexualidad, todos en el grupo pensamos que estaría bien que en Granada también se hiciese algo, aunque fuésemos solo, literalmente, cuatro personas. Bueno, quien dice 4, dice 8 o 10. Un puñadito de gente, en general. Y entre tan pocas personas, está claro que todos tenemos que arrimar el hombro, así que ya me véis yendo a la subdelegación del gobierno a pedir autorización para la reunión, haciendo redacciones y re-redacciones de textos junto con otras personas, ayudando a pensar cómo se puede hacer que siendo muy pocos la actividad llegue a cuanta más gente mejor…

En tercer lugar, hay otra cuestión que me preocupa, y son los protocolos de atención médica a los pacientes transexuales. Los de la Red de Despatologización ya están realizando acciones en ese sentido, pero las ideas que yo tengo (pensadas a medias junto con otras personas, como Kim o Astrid) son otras y me gustaría empezar a moverlas. Y para eso sí que es verdad que no tengo tiempo. Pero quiero hacerlo y confío en que tarde o temprano lo haré.

De modo que, poco a poco, casi sin darme cuenta, estoy pasando del activismo de «andar por casa», más que nada porque lo podía practicar en bata y zapatillas, a un activismo de salir a la calle y dar la cara. Y me gusta. Estoy conociendo a gente estupenda, como Encarna y Loli, Virtudes, Livan, Nikkos, Ana y Miren, las mujeres de la Asociación de Mujeres de Granada, etc… Es divertido e interesante, y me hace sentir que hago algo útil. Por otra parte, si a base de estudiar ya me quedaba poco tiempo libre, con esto ya estoy listo de papeles. Requiere un cierto esfuerzo.

Por otra parte, quisiera tener más tiempo para dedicarlo a mis aficiones, especialmente a los juegos de rol, a leer, y a escribir ese libro que tengo «congelado» desde hace tiempo.

Todo este activismo es necesario porque para las personas transexuales, transgénero, intersexuales, travestis, o como cada cual se quiera definir, es difícil ser «nosotros mismos» (o «nostr*s mism*s», como escribiría Astrid). Que chorrada ¿no? Si a nadie le importase como cada uno quiera definirse, nada de esto sería necesario, y muchas personas nos ahorraríamos mucho trabajo y mucho sufrimiento. Y realmente ¿qué importancia tiene si alguien se ve como hombre, mujer, persona-que-no-encaja-en-ninguno-de-los dos-género, persona-que-encaja-en-ambos-géneros, persona-del-tercer-sexo, persona-del-cuarto-sexo, persona-que-unos-días-pertence-a-un-género-y-otros-días-a-otro…? Lo importante debería ser lo que cada uno hace de constructivo para si mismo y para los demás.

Me da un poco de rabia pensar que si, simplemente, todo el mundo viese esto que es tan evidente, yo tendría más tiempo para leerme el manual de Dark Heresy y diseñar una buena partida de rol para jugar con mis amigos.