Cartel del Orgullo en Sevilla.
En estos días son varias las ciudades que están celebrando diversas actividades del «orgullo». Las fechas son entre el 27 y el 5 de julio, siendo el 4 de julio el día que se hará la manifestación estatal del Orgullo LGTB en Madrid. Otras ciudades hicieron sus propias manifestaciones el diá 27, de manera que quien quiera pueda asistir a las dos. Y el barrio madrileño de Chueca celebra sus fiestas entre el 1 y el 4 de julio.
Mucha gente critica esto de que se celebre el día del Ogullo. Dicen que… bueno, no voy a repetir lo que dicen, porque cada cual tiene sus razones, y podrá expresarlas donde quiera. No voy a ser yo quién hable por ellos.
El Orgullo hay que celebrarlo.
No puedo hablar de cómo las personas homosexuales se ven a si mismas en relación con la sociedad, pues soy bisexual. Los bisexuales no somos muy dados al activismo porque… porque… bien, no sé por qué. Supongo que no tenemos demasiados problemas. La gente no entiende muy bien eso de que te gusten las dos cosas, pero tampoco le da mayor importancia. Como mucho, piensan que somos los que mejor se lo pasan, o dicen eso de «todos nacemos bisexuales, lo que pasa es que con el tiempo…»
Y sí. Los bisexuales somos los que mejor nos lo pasamos, y entendemos que, en el fondo, a los que no lo son, tal vez les gustaría serlo. Pero… ah… tendrán que conformarse con lo que tienen. No conozco a ninguna persona bisexual que se avergüence de serlo, probablemente porque nadie nos ha dicho que deberíamos avergonzarnos de ello.
Pero sí que conozco a muchas personas transexuales (y homosexuales) que se avergüenzan de ello. Tengo una amiga que ha llegado a decir que cuando tenga hijos, no les dirá nunca que es transexual, y que lo único que desea es irse bien lejos, donde nadie sepa de ella y pueda ser «una chica normal». Una de sus máximas aspiraciones es olvidar su pasado y vivir como si su biología nunca hubiese sido distinta a su identidad de género. Dicho mal y pronto «como si siempre hubiese sido mujer» (cuando, en realidad, nunca fué otra cosa).
No es un caso único. Muchas personas transexuales hacen denodados esfuerzos por ser personas normales y corrientes, y por esconder un pasado no elegido. Agachan la cabeza y vuelven a meter en el armario una parte de su personalidad, como un cadáver que hay que esconder.
¿Esto es vida? ¿Esto es «ser normal»? Negarse a uno mismo, fingir una infancia y una adolescencia que no se ha tenido, sin poder hablar de las experiencias, buenas o malas. Romper con los viejos amigos, alejarse de los sitios que te vieron crecer, y borrar todo rastro del pasado. Sentir vergüenza de ser transexual.
La otra opcción es el orgullo. No, yo no soy un tío normal… y por más que haya quién piense que debería avergonzarme, no me avergüenza. Tampoco me da miedo que la gente no me trate con naturalidad… mi identidad no depende de ello, y además, me sirve como ayuda para escoger a quienes debo tener cerca y a quienes no. No me voy a poner un sello en la frente (la verdad, ahora mismo, y mientras la dichosa psicóloga siga dándome largas, no es que me haga falta…), pero tampoco creo que sea necesario esconderme.
Es más, estoy orgulloso de mi mismo. De haberle echado valor para, aún a sabiendas de que iba a perder casi todo lo que quería y por lo que había luchado tanto, decir quién soy y actuar en consecuencia. De tener la capacidad de presentarme ante cualquiera y decir que soy Pablo. De exigir a cualquiera que me trate como merezco ser tratado. De que suene el despertador y me muera de miedo ante la idea de lo que me va a traer el futuro, y aún así levantarme de la cama (lo reconozco, esto no siempre lo consigo, o al menos no a la hora que debería) para pelear un día más.Y también de ver lo que consigo en comparación con lo que tenía. Porque si renuncio a mi pasado ¿cómo podré saber que ahora estoy mejor?
Celebrar el Orgullo es decir que nos gusta ser como somos y no vamos a consentir que nadie nos diga que tenemos que ser de otra forma. Que queremos tener el mismo derecho que todos a no ser como los demás, porque, en el fondo, como suele decir mi madre, lo raro es ser normal.
Encima, algunos lo celebran en tanga y con boas de plumas, dandose escandalosos besos en mitad de la calle, poniéndose pinturas y ropas provocativas… Porque, además de gustarnos ser como somos, nos gusta divertirnos como queremos.
Pancarta del grupo de transexuales del colectivo LAMBDA
Edito: muchas gracias a Raquel por permitirme colgar esta foto de la manifestación de Valencia, y por enviarme el cartel de la misma.
Hola Pablo,
al gente es muy cazurra. Seguramente salir vestido de marciano en una cabalgata no cambiará eso, o quizá sí, pero si esos colectivos se sienten (os sentís) mejor haciendo esa reivindicación, pues adelante. No hay nada malo en salir a la calle a celebrar una fiesta. Se hace en todos los pueblos todos los años sin más motivo que divertirse, y la iglesia se harta (bueno, no se harta) de salir a la calle en procesiones enseñando a todo el mundo que están ahí.
Un abrazo
Me parece perfecto que se reivindique lo que sea, vestido de plumas o de conguito, o de repulga anónima… Pero, bendito sería el día en que nadie tenga que salir a la calle a reivindicar algo tan elemental como el orgullo de ser cada uno lo que salga del nabo…. o de la remolacha… o de la ensalada.
Un abrazo arcoirisado, amigo Pablo.
Por otro lado, es cierto que desconfío de este tipo de actos promovidos por ciertos colectivos y creo que con razón. Hace poco un juez dictaminó que una oposición a la que solo se podían presentar mujeres no era legal. ¡Solo se podían presentar mujeres! Es alucinante. ¿Qué pasaría si a una oposición solo se pudieran presentar hombres? ¿Y al revés sí?
Creo que las cuotas o la discriminación «positiva» no solo son una discriminación más, sino peor porque se hace por ley. No quiero que llegue el día en que digan que, por ejemplo, para «normalizar» (siempre dicen lo mismo) el ejército se reserva un 2% de las plazas para transexuales, un 2% para gitanos, un 1% para calvos y un 10% para personas con gafas. Me parecen fatal estas políticas. Para mí todos somos iguales, y el que se lo gana, que se lo lleve. Lo demás es discriminar a las personas por razones de raza, sexualidad, lengua, o lo que se les ocurra en cada momento.
Quizá la celebración del Orgullo Gay no sea el caso, pero fíjate con el feminismo, tanto han repetido que son víctimas que ahora los discriminados por ley (leyes ilegales a todas luces salvo a las de los jueces idiotas) somos los hombres.
Me parece estupendo que se luche contra la homofobia (¿existe el término transfobia?), pero no me gusta que las personas no seamos iguales ante la ley.
Con esas cosas que cuentas es con las que no estoy de acuerdo. Prefiero que en una junta directiva todo sean hombres, antes que discriminar por sexo y dejar fuera a un hombre y meter a una mujer menos válida, simplemente porque es mujer y la proporción no se cumple.
O que sean todas mujeres, si están más capacitadas que los hombres.
Estoy convencido de que a los calvos, a los gitanos, a los mayores de 50 años, o a los feos/as se les discrimina más que a las mujeres. Pero no se puede luchar contra la discriminación discriminando, porque entonces simplemente tenemos el doble de discriminación.
Iguales ante la ley significa lo que significa. Y eso no se cumple.
Además, ¿tú crees que es bueno para la imagen de la mujer saber que entran en los sitios por cuotas, no por méritos?
Con «ciertos colectivos» no quería señalar a ninguno en concreto. Ni me he parado a pensar cuáles. Solo decía que me parece bien que se salga a la calle en el Orgullo Gay, pero que estar en contra de la capullez de la gente que les/os discrimina u os mira por encima del hombro no es estar a favor de políticas de «discriminación positivas».
No sé, si es que hasta algunas amas de casa se creían con derecho a que el estado les pagase un sueldo por mantener su casa ordenada.
Siento haber sido negativo. Quizá mi «ligera desconfianza» está totalmente injustificada.
Un abrazo
Hola Pablo,
espero que estés estudiando, y no prolongando la fiesta del Orgullo 🙂
Un abrazo