Hace calor. No creo que me vayan a dar un premio Nobel por hacer semejante afirmación. Después de todo, esta misma semana empezó el verano, y el verano español no es que sea precisamente muy benigno, especialmente para los que vivimos en el sur.

Para mi el verano siempre ha sido la época más temida, pues no me gusta nada el calor… Y este año, los inconvenientes del verano vuelven, multiplicados.

Para empezar, he pasado de vivir en la costa a vivir en el interior. La diferncia de temperaturas está entre unos 5 – 10 grados de más calor donde vivo ahora. ¡Ay! De todas formas, ir a la playa ya estaba descartado para mí. Me niego a ponerme ropa de mujer, de ninguna de las maneras. Es más, además de la camiseta, que es obvio que no me voy a quitar delante de nadie, llevo una faja que con el sudor se me queda pegada y es francamente incómoda. Pero ¿qué otra cosa puedo hacer? Ajo y agua… (a joderse y aguantarse).

Por suerte no me gustaba la playa.

La combinación calor y faja llega a cotas preocupantes cuando le sumamos que, además, suelo ir con una camisa sobre la camiseta. Me hace sentir más cómodo, pues tres capas de ropa disimulan más que dos, y las camisetas tienen esa manía de quedarse ajustadas a la altura de la cadera… que se nota menos si encima llevas una camisa desabrochada.

Disimular la figura (y más una figura como la mía) con las finas ropas de verano es caluroso y complicado, aunque parece que medio lo voy consiguiendo, aunque a cierto precio. Pero llevamos un mes de calor, ylo peor está por llegar en el mes de Julio. Ojalá que pase rápido.