Soy una persona que sueña mucho, y que a menudo recuerda sus sueños al despertar. Antes de comenzar con toda esta aventura, tenía dos sueños que me provocaban intensas emociones; en uno de ellos soñaba que era un hombre. No hacía nada especial, simplemente las cosas habituales de cada día, sólo que era un hombre. Ese era mi mejor sueño, el que me hacía despertar más feliz. En el otro sueño, perdía a mi pareja, y aunque trataba de encontrarlo por todos los medios, él huía de mi, sin querer saber nada. Me rechazaba. Era mi peor pesadilla.
Ahora el mejor sueño y la peor pesadilla se han hecho realidad, y mis sueños nocturnos han cambiado. Ahora ya no sueño que soy un hombre o que soy una mujer, sueño que simplemente soy yo. Incluso la indeterminación sexual que vivo en la real se refleja en el mundo onírico, y a menudo las personas que aparecen en los sueños no saben cómo tratarme, ose equivocan constantemente de género.
Es curioso como mis sueños van cambiando conmigo. Me gusta.
Hablando de otras cosas, ahora que empieza a hacer calor, he pensado en traer parte de la ropa de invierno a casa de mis padres, ya que en mi piso los armarios están atestados de las cosas de mi abuela, y como no me pertenecen, no puedo deshacerme de ellas (aunque quizá debería, y a lo mejor mis padres y mis tías me lo agradecían).
El problema es que el armario de mi casa también está lleno de ropa, aunque en este caso se trata de ropa, no de otra persona, si no de otra vida. Ya no la voy a usar más, pero me cuesta trabajo deshacerme de ella, porque me gusta. ¿Cómo tirar a la basura sin más vestidos, camisas, jerseys, incluso trajes que son realmente bonitos y podrían usarse perfectamente? Algunos de ellos están incluso sin estrenar.
Se los he ofrecido a mi madre, a mi hermana, e incluso a algunas amigas, pero en el caso de la familia, nuestras tallas son muy distintas, y mis amigas sienten reparos en aceptar ropa usada. Me consuelo pensando que, si echo la ropa al contenedor adecuado, seguramente se la darán a personas que realmente la necesitan, y no se desaprovechará, pero aún así… me cuesta un trabajo terrible
Si me permites la broma – ya me vas conociendo- amigo Pablo, si hubiera psicólogo de armarios… el tuyo sería un habitual de su consulta. 🙂
Un saludo, amigo Pablo.
Yo también sueño que soy un hombre un montón de veces. Pero mis sueños son la cosa más absurda y extraña que te puedas echar a la cara XD
Respecto a la ropa, yo no tengo ni idea de dónde voy a meter la de invierno. Mis padres han usurpado mi armario de casa y está lleno de cosas.
Pero, no es malo soñar, de ahi nacen tus aspiraciones personales y que puedas realizar 😀
Respecto de la ropa…si no tienes opcion, donala, pero tiene que salir de ti, de tu interior esa donacion, no dones porque no te queda espacio.
Hola, querido Pablo. Entre otra vez en tu blog y lei lo de tus sueños, pero no es eso lo que llamo mi atencion. Lo que me hizo pensar es:¿Y si un día descubres que nadie sabe quien eres?. Es que en realidad nadie sabe quien eres…ni tu mismo. Un abrazo amigo.
Ariovisto: mi armario se siente muy solo desde que no vivo dentro de él… Normal que necesite un psicólogo.
M: pero es que si hicieran concursos de sueños raros, tu te llevabas el primer y el segundo premio.
Lo que tienes que hacer es usurpar tú el armario de Pani. Asunto arreglado.
Joe: no se, no se… ¿para hacer algo por los demás, el gesto tiene que nacer exclusivamente del corazón? ¿No es lo mismo si lo haces en parte para obtener cierto beneficio? Después de todo, el hecho de sentirse bien uno mismo ya es una recompensa o beneficio…
Javi: como dijo una vez Quino: «haz turismo interior, conócete a ti mismo». Yo ahora sí que se quién soy. Soy Pablo, y siempre lo he sido, sólo que los demás no lo sabían. El día que entendí esto fue… aterrador.
Después de eso, el resto ya es sólo ir profundizando, haciendo «turismo interior», que siempre es bueno, y hasta divertido y sorprendente.
Quiero decir que una cosa es conocerse a uno mismo, y otra descubrir algo tan básico como la propia identidad, lo que respondes cuando, al tocar a un portero automático, preguntan: ¿quién es?
Hola Pablo,
tu escrito me sugiere una idea: igual que la vida de un niño adoptado no empieza el día que es adoptado, tampoco tu vida, tu identidad, lo que eres, empezará con determinados cambios físicos o de actitud en tu vida. Lo que eres lo incluye todo: el antes, el durante y el después (ahora que lo escribo me da la sensación de ya haberte puesto algo parecido antes).
«¿Y si descubres que nadie sabe quién eres?». Lo que la gente que te conoce puede no saber de ti no es toda tu vida, solo una faceta. En lo básico pueden saber «quién eres».
Un abrazo
Dicybug:
Creo que ya escribiste algo similar hace algún tiempo, sí. Lo cierto es que una de las frases que más repetí en su momento fue «soy la misma persona». Pero, al mismo tiempo, esta sola faceta es tan determinante que es casi como empezar a vivir otra vida.
Es como cuando cambias de nombre y sexo legal. El número de DNI es el mismo, y tambíen los apellidos. Legalmente eres la misma persona, con la misma «historia», pero, al mismo tiempo, dejas de llevar el documento que te identifica como alguien que no eres, y empiezas a llevar un plastiquito en el que los datos por fin son correctos.