No se si alguna vez he comentado que no me gusta nada mi trabajo. En estos momentos trabajo en una tienda, que es de mis padres, y que, además, está en un barrio no especialmente bueno, en lo que a la economía se refiere (vale, ahora que estamos con la crisis nadie tiene dinero, pero es que a ese barrio la crisis ya había llegado hace bastante tiempo). Combinamos eso con que no consigo distanciarme de las manías y los «ataques» que en ocasiones los clientes lanzan sobre las personas que los atienden, y obtenemos un resultado muy poco satisfactorio.
Sin embargo últimamente me he llevado alguna que otra alegría, y el jueves salí de allí con una sonrisa de oreja a oreja.
Resulta que entró un matrimionio, y me preguntaron si mi madre estaba bien, porque hacía mucho tiempo que no la veían. Yo les expliqué que sí, que estaba bien, y que si no la veían habría sido casualidad, porque nos turnamos para ir a trabajar. Entonces, la mujer dijo: «claro, la madre viene por la mañana y ÉL (¡refiriéndose a mí) por la tarde».
El subidón que me dió en ese momento no se puede explicar. Llevaba un rato hablando con esas dos personas, así que habían oido el desastre de voz que tengo (para nada masculina), y también habían tenido la oportunidad deverme bien durante un buen rato. Y aun así… En fin… Se me puso una sonrisa de oreja a oreja, que tardó un día entero en caérseme (y que todavía vuelve cuando me acuerdo).
Otras veces me han pasado cosas parecidas allí. Una mujer me preguntó si era niño o niña, o, también durante esta semana, un cliente le comentó a otro: «vengo aquí a ver si este hombre (¡refiriéndose a mi!) tiene lo que voy buscando». Pero en este caso el cliente me había visto de refilón, por la espalda, y no me había oido hablar, así que, aunque me llevé una alegría, no fue tanto como con el matrimonio.
Aprovecho este post también para decir que hoy estoy nervioso perdido, porque mañana tengo la primera cita con la psicóloga y… eso no es algo que pase todos los días. Sé que la primera sesión va a ser para tomarme los datos y hablar un poco de mi entorno, pero aun así, estoy empezando a tener una ansiedad que no es normal. Bueno, sí que es normal.
En fin, mejor que no siga escribiendo, porque no estoy nada centrado. Ya conatré como me ha ido.
Pues ya me contarás cómo fue. Me alegra que te arranquen una sonrisa aunque sea de cuando en cuando.