Últimamente no sé qué pasa que parece que un duende me esté robando todo mi tiempo para llevárselo a algún lugar desconocido. No me lo explico, pero, aunque me paso el día haciendo cosas, al llegar el final de la semana me queda la sensación de que no he hecho lo suficiente, o al menos no todo lo que me gustaría.

Sin embargo, eso no es del todo cierto. Voy relativamente bien con la preparación de las oposiciones (aunque me temo que no tan bien como mi madre, que es un hacha), ya escribo con bastante fluidez, excepto cuando me lo propongo, que es cuando más me equivoco, y los test psicotécnicos me salen como churros, porque siempre he tenido facilidad para ellos.

También he recuperado parte de mi vida. Mi vida social está más o menos como siempre (o sea, consiste básicamente en quedar con Mic y mantener el contacto con mis amigos en otras ciudades, con un café esporádico o un par de cervezas y una llamada de teléfono), y vuelvo a tener algo de tiempo para dedicar a las comunidades online que me gustan, si bien no con tanta intensidad como antes, ya que, ahora que soy un chico formal, no me queda más remedio que prestar atención a otras cosas.

En definitiva, parece que todo va de manera normal.

Pero lo cierto es que a veces me desespero. Del tema médico aun no se nada (volveré a llamar el lunes), no me llaman para entrevistas de trabajo por más que busco y busco. Parece ser que el tema de los cursos becados es muy complicado que te lo den, porque se presenta mucha gente y hay pocas plazas. La oposición aún está a años luz de la fecha de hoy… etc.

Vamos, que aunque me paso el día haciendo cosas, me resulta difícil ver los progresos. Sé que lo que pasa es que el objetivo final es demasiado grande como para poder abarcarlo de un vistazo, y debo aprender a marcarme objetivos más pequeños en los que se pueda ver una evolución. Y, en realidad, así lo hago. El problema es que la paciencia no es mi fuerte, y una vez más, vuelvo a ver problemas por todas partes.

Especialmente, me preocupan mis padres. Temo haber entrado con ellos en la misma dinámica en la que entré con Mic. En la situación de «ellos esperan a que se me pase, y yo espero a que ellos empiecen a aceptarme como soy a base de hacerles ver que estos cambios son los que necesito para ser feliz y vivir mi vida plenamente». Ya sabemos como acabó esa historia ¿verdad?

Será mejor que busque la manera de pensar en otra cosa. O, mejor aun, de pensar en cómo salir de esta situación. A veces pienso que el amor de unos padres está por encima de todo, pero lo mismo pensaba del amor de mi pareja, y mira como me ha ido. Quizá debería dejar de confiar tanto en los demás. Aunque lo más probable es que tan solo esté viendo fantasmas que no existen, provocados simplemente por la ansiedad.