Pues ya tengo cita con el médico de cabecera, para que me mande al psiquiatra. O, más bien, a la psiquiatra, porque probablemente me enviará al Carlos Haya, y allí el departamento de psquiatría de la Unidad de Reasignación de Género (o algo así se llamaba) lo llevan dos mujeres.

Por cierto que, según me han dicho, estas buenas señoras son de temer. La una, creo recordar que se llama Juana, es más dura y desagradable que una magdalena del mes pasado, y la otra, Trinidad, al parecer es la amabilidad en persona, pero te va dando largas, y largas y más largas, hasta vencerte por aburrimiento.

Puestos a escoger, creo que me quedaría con la «dura», pero no se… creo que al final lo mejor será que Dios reparta suerte, a ver si ya me toca un poquito de buena suerte, para variar. Cada uno cuenta la feria según le va, y hasta que no vea personalmente como es la que me toque, será mejor que no opine.

Por otra parte, cada vez lo tengo más claro. Hoy he descubierto una cosa curiosa. Hasta hace poco, tenía la sensación de que en mi interior habían dos partes: una femenina (la dominante) y otra masculina que peleaba por poder expresarse. Sin embargo hoy, mientras recordaba ciertos momentos de mi vida, detalles sobre mi mismo que hasta ahora había calificado para mi como «manías» o «rarezas», he sentido que esas dos partes empezaban a «alinearse» y a formar un todo.

De repente he comprendido muchos aspectos de mi personalidad, especialmente aspectos íntimos que no voy a contar aquí (ya bastante cuento, joder), que hasta el día de hoy no tenían explicación, y nunca había relacionado con una posible transexualidad.

Ha sido una experiencia bastante gratificante.