Mi amor, mi familia, mis amigos:
Debo deciros que llevo mintiéndoos toda la vida, y muy pronto van a ser ya 29 años, que son muchos. No lo he hecho por maldad, si no por falta de valor, al menos al principio. Y ahora, también, por no haceros daño, sobretodo a tí, amor mío, la persona a la que más quiero, quién más me quiere, que has planeado el resto de tu vida en base a la presuposición de que pertenezco a un sexo y un género que no son los míos de verdad.
Cuando nací me pusieron una etiqueta en función de un criterio arbitrario, y a partir de ahí, todo mi destino tenía que quedar sellado. Debían gustarme unos juegos en concreto, unos colores en concreto, una ropa en concreto, unos tipos de personas en concreto, hacer unos gestos en concreto, llevar el pelo de una forma concreta, tener un carácter concreto.
Y lo he estado haciendo, de manera bastante convincente. En la infancia, porque siempre había alguien dispuesto a mostrarme el comportamiento correcto para mi (incluidos los otros niños y niñas) y yo no conseguía adivinar por qué no terminaba de encajar. En la adolescencia porque lo único que deseaba era que se me aceptase, como todos a esa edad. Después, por un tiempo, pude dejar atrás toda aquella confusión e incluso llegué a pensar en ella como un recuerdo lejano, hasta que, un buen día regresó.
Fue un buen día, desde luego, pues lo necesitaba. Pasé de ser una persona incompleta, que negaba sin saberlo parte de si misma, a alguien entero. Con sentimientos y pensamientos en conflicto, pero también con una nueva fuente de fuerza interior.
Ahora podría volver a intentar suprimir a esa parte en conflicto. En este momento no me hace falta. Pero no quiero. Me gusta sentirme como soy, aunque me haga sufrir. Tampoco me planteo iniciar un tratamiento hormonal, el camino para cambiar de sexo… al menos de momento. Me gusta demasiado como la tengo planteada junto a vosotros. Pero sí que me gustaría encontrar un punto intermedio, en el que pudiese definirme como la persona que soy.
Tengo disforia de género. He leido webs de otras personas que explican como se sienten y es como si hablasen de mis propios sentimientos. El problema es que pienso que nadie que no lo haya vivido lo puede o lo quiere entender. Que la imagen que te devuelve el espejo no se corresponde con la realidad, que ves a personas de otro sexo por la calle y piensas «yo quiero ser como ellos, tener ese aspecto, moverme de esa forma, tener ese tono de voz», que cada vez que hablas, tienes la sensación de estar mintiendo a los demás, diciéndoles que eres alguien que no eres en realidad.
Como veis, sé como empieza esto, pero no sé como va a acabar. Voy a jugar con las cartas que me ha repartido la vida, y quizá siga haciendo trampas durante algún tiempo más. De momento no voy a enviaros esta carta. No voy a contaros la verdad. Se que os iba a doler, y, para que engañarme, si vosotros sufrís, también sufro yo. Nadie va a salir beneficiado.
Pero tengo un plan, que incluye tratar de encontrar un equilibrio. Aun no está perfilado, es sólo un boceto sin detalles, un cuadro casi sin empezar, el guión de una novela. Ya veremos como resulta.
Sabes que te digo? que te comprendo, pero hay una realidad y es que a menos que tomes una determinación tajante, siempre serás una persona infeliz por que no te puedes mostrar tal como eres. Es duro pensar lo decepcionados que se puedan sentir tus seres más queridos,pero ellos viven la vida tal y como nacieron y son felices asi. ¿Y que pasa contigo, acaso no tienes derechos a ser igual de feliz? Ten en cuenta que aún te queda mucho por vivir, con la posibilidad de mostrate tal y como te sientes. No se… pienso que no se puede forzar a la naturaleza y hay que aceptarla según viene.
Te aclaro que soy mujer felizmente casada y con hijos, pero no por ello tengo los ojos cerrados en todo lo que concierne al ser humano. Ojalá sea certero lo que decidas en su momento y así puedas vivir una vida de felicidad plena.
Un saludo
¡Woooo! Mi primer comentario en el blog.
Muchas gracias Aemira. La verdad es que no eres la primera que me dice eso mismo. Los pocos transexuales con los que he hablado están plenamente convencidos de ello.
Sin embargo, en los colectivos homosexuales, se ve la cosa de otra manera. Ven el género como una «performance», un papel de teatro que la sociedad nos obliga a interpretar.
Por otra parte, parece ser que la homosexualidad y la disforia de género son dos situaciones completamente distintas, que, por tanto, requieren diferentes estrategias para ser resueltas.
Y, finalmente, resulta que, por mi forma de pensar, suelo encontrar estrategias de resolución de problemas que a nadie se le ocurrieron antes. A veces funcionan, y a veces fracaso miserablemente.
Creo que todo esto da para escribir una entrada nueva del bolg.
Hola!
Bueno descubri tu blog hace unos días, y me gustó tu forma de escribir y lo que contás
Sé que es tu vida, y que llevo como 5 años de atraso, pero lo leeré de a poco.
Sabías (y si lo sabías y lo ponés en alguno de los post más adelante, perdón!) que según una creencia oriental (te diría exactamente cuál, pero me la comentó mi prima que estudia astrología y sólo recuerdo esto) Hasta los 28 años vivimos «en la sombra» es decir, vivimos en la luna de nuestro ser, reflejando la luz del sol pero sin brillar por nosotros mismos,
A partir de esa edad tenemos una posibilidad de brillar, también se habla de crisis de los 28 , supongo que es porque nos replanteamos y si decidimos actuar le damos un vuelco a nuestra vida.
Hay gente que es «iluminada» (según palabras de mi prima) y logra «salir a la luz» antes, da para cuestionarse «el club de los 27» esos famosos que dejaron huella y murieron a los 27, justo antes de «salir al sol».
Nada, me fui por las ramas… te seguiré leyendo hasta llegar al día de hoy.
Un beso
Hola Annajahan. Lo primero, pedirte disculpas por tardar tanto en aprobar y responder tus comentarios ¡Lo siento mucho!
Muchísimas gracias por seguir leyendo y comentando a pesar de mi descuido.
Vas con 5 años de retraso, pero lo estás leyendo en el orden correcto. No sabía eso de los 28 años, pero recuerdo que en aquella época empecé a darme cuenta de que mucha gente se encuentra a si misma a esa edad. Aunque creo que la verdadera frontera la marca los 30. A los 30 es cuando sabes lo que quieres y cómo quieres hacerlo, aunque creo que es a partir de los 24 cuando puedes darte cuenta de que cuanto más años vivas, más puedes aprender.